La industria sin chimenea ha logrado sobrevivir a la crisis económica que ha provocado la pandemia del Covid-19, a pesar de la pérdida del 50 por ciento de su planta laboral y una renta de cuartos de hotel del 30 por ciento, pero se las han ingeniado para mantener el equilibrio en sus gastos de operación y no verse obligados a cerrar.
El empresario hotelero, Jorge Laurel González, en entrevista, explicó que la crisis sanitaria no solo socavó las capacidades de las instituciones de gobierno, también golpeó al sector turístico de manera directa.
Recordó que cuando se ordenó el cierre de las playas debido a que el semáforo epidemiológico se puso en rojo por el incremento exponencial de contagios de coronavirus, los obligó a recortar su planta laboral.
Dijo que desde el 2 de abril pasado, no solo se suspendieron las actividades recreativas, sino que también de cancelaron vuelos, cruceros y centros de convivencia, por lo que no tuvieron otra alternativa que cerrar, hasta el 3 julio, es decir, tres meses después, reanudaron operaciones, pero con una economía endeble y esto propició hacer ajustes a sus gastos de operación.
El ex presidente de la Asociación de Hoteles y Empresas Turísticas de Acapulco (AHETA), Laurel González, reprochó que los tres órdenes de gobierno no se hayan solidarizado con los hoteleros para brindarles incentivos, de tal forma de poder cumplir con sus obligaciones tributarias, a pesar de representan el 70 por ciento de los ingresos para el puerto de Acapulco; mientras el 30 restante lo aportan bares y discotecas.
Afortunadamente, pese a las restricciones que aplican las autoridades para evitar contagios del patógeno, de tener un cupo del 50 por ciento, la temporada de invierno dejó una derrama económica de 942 millones de pesos contra los mil 340 millones de pesos que se captaron en el 2020.
Admitió, que por supuesto, no son las cifras que deseaban, pero les permiten un equilibrio para seguir ofertando los 20 mil cuartos de 275 hoteles que hay en el puerto de Acapulco.