Los ojos ya no son los mismos, dice don Carlos, pero aún conservan la sensibilidad para captar el mejor ángulo y sacar provecho al paisaje que brinda la bahía más hermosa del mundo, que tanta fama le ha dado al puerto de Acapulco.
Orgulloso muestra las excelentes postales que logra en un día de trabajo, en donde el protagonista principal es el turista, a quien le trabaja, a pesar de la competencia que enfrenta con la tecnología de los dispositivos móviles, pero hay quienes aún le apuestan al papel.
Aunque se le nota fatigado, pues camina largos tramos sobre la franja de arena, toma asiento y tras tomar "resuello" como él dice, le viene a la memoria que fue en 1975 que se inició como fotógrafo en el zócalo.
Ahí trabaje un buen tiempo, después me fui a la Quebrada, tuve la oportunidad de captar a los clavadistas lanzándose desde los acantilados y tomar gráficas a los visitantes que no pierden la oportunidad de presenciar este espectáculo nocturno.
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Don Carlos nunca descuida a clientes potenciales y sin dejar de ver a los lados, refiere que tiene 10 años de haber iniciado su nueva faceta de fotógrafo en la playa, donde por cierto, menciona que los visitantes nacionales son sus mejores modelos y clientes.
Pero no deja de reconocer que también los chilangos, no todos, lo contratan para captarlos luciendo sus trajes de baño o un recuerdo con la esposa degustando una bebida tefrescante o con la amiga a la orilla de la playa.
Por ejemplo, mostró dos fotos de una pareja y otra de un par de damas, que sirvieron de modelos, pero captando también el paisaje de la bahía, con el relieve de sus cerros que poco a poco están siendo devorados por los nuevos desarrollos habitacionales.
Indicó que empezó trabajando con las viejas cámaras Nikon y rollos de 135, ahora trabaja con cámara digital y de ahí va a imprimir al estudio sus fotos, que están listas en minutos, las cuales vende a 60 pesos, "antes se vendían en blanco y negro, después a color.
En aquel entonces su costo era de 5 pesos, subió a 10, 15 y 20 pesos, hasta llegar a su precio actual de 60 pesos, pero ya no es negocio y solo sale para comer, precisa este hombre de la lente, quien se levanta y continúa su andar del Fraccionamiento Hornos al hotel Kristal, la cual es su zona de trabajo.