Si observa que alguien de su entorno tiene la poco recomendable costumbre de arrancarse el pelo o bien aparece con calvas sospechosas, es posible que esa persona, ya sea niño o adulto, sufra de tricotilomanía, una alteración consistente en episodios de arrancamiento capilar como consecuencia de un estado de ansiedad.
La tricotilomanía suele generar vergüenza social porque quien padece este trastorno psicológico tiene miedo al rechazo que conlleva aparecer en público con síntomas evidentes de haberse arrancado el cabello.
Este hábito de autoagresión no se suele producir en presencia de otras personas, salvo miembros muy próximos de la familia, y quienes lo sufren niegan o bien ocultan el arrancamiento capilar llegando, incluso, a camuflar las alopecias.
Distracción y estrés
Según el psiquiatra Manuel Valdés Miyar, “los episodios de arrancamiento de pelo aparecen a menudo durante los estados de relajación y distracción”, por ejemplo mientras se lee un libro o se ve un programa de televisión, aunque lo habitual es que se presenten en circunstancias estresantes.
Lo más común es que el tricotilomaniaco se arranque el pelo de la cabeza, las cejas, o las pestañas, añade el psiquiatra, “pero también puede hacerlo en las axilas, el pubis o la zona perirrectal”.
“En algunos sujetos –indica Valdés Miyar- la tensión no precede necesariamente al acto, sino que va asociada al intento de resistir la necesidad... Hay gratificación, bienestar o sensación de liberación cuando se ha arrancado el cabello”.
El examen de la raíz del pelo arrancado, el retorcimiento o sujección de la trenza entre los dientes, la tricofagia (comer cabellos) y la onicofagia (comerse las uñas) suelen ir parejos a los episodios de tricotilomanía.
La tricofagia, aparentemente inocua, puede desencadenar anemia, dolor abdominal, náuseas, vómitos, obstrucción abdominal e incluso perforación, de acuerdo con registros clínicos documentados.
Arrancar el pelo a otros
Otras variantes de la tricotilomanía consisten en el impulso irreprimible de arrancar el pelo a otras personas, o bien a los animales domésticos, muñecas y materiales fibrosos, como jerseys y alfombras.
Los estudios realizados hasta la fecha y las estadísticas epidemiológicas coinciden en que este trastorno suele aparecer entre los 3 y los 7 años de edad, afecta a un 4% de la población y es más común en mujeres que hombres.
El tratamiento más usual para combatir la tricotilomanía es el psicológico, aunque también se recurre en determinados casos a fármacos.