Acapulco guarda celosamente la historia de la primera hospedería que se construyó en la época de la colonia, cuya razón social fue: hotel Monterrey.
Este emblemático inmueble se localiza en la calle Felipe del Valle número 12 esquina con la calle La Paz, a una cuadra de la Plaza Juan Álvarez, el cual fue construido en 1787 y es el primer hotel que existió en Acapulco.
En la actualidad su razón social es hotel Misión, cuyas características es que su fachada no ha sufrido cambios y siguen sus cimientos originales, es decir, es de adobe, ventanales estilo colonial, teja y vigas de madera.
Lo sorprendente es que ha soportado huracanes, sismos y un tsunami, además de la lucha armada que se dio durante la Independencia de México, que tuvo verificativo a principios del siglo pasado.
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En un recorrido realizado por este emblemático espacio de descanso y relajación, se pudo observar que no escapó a los cambios de la modernidad y por eso una parte está construido de concreto, pero sin perder su arquitectura original.
En la entrada principal hay un portón de madera maciza, que conduce a un pasillo y que lleva al lobby, en ese sitio existe un estante de libros, enseguida se encuentra el comedor y hay un gran patio, adornado de árboles de mango y plantas diversas.
En frente existe una ampliación del hotel de dos plantas, cuyo diseño se cuidó que combinara con el estilo colonial de la parte principal de este hotel, cuya categoría se informó es de tres estrellas.
Cuenta con alberca y un área de descanso, en el lugar es fácil evocar al pasado, además, de acuerdo a datos que se lograron obtener, aquí se han filmado películas y se han hospedado personajes ilustres que fueron parte importante de la historia del Estado de Guerrero.
Este inmueble ha sido propiedad de tres generaciones, que siguen en el negocio y que han cuidado rigurosamente mantener el servicio de hospedaje de manera ininterrumpida en estos tres siglos.
Cuentan que cuando empezó a funcionar como hospedería, había un establo en donde se podía dejar los caballos, mulas y burros, que eran la única forma de poder trasladarse fuera del puerto de Acapulco.
Hay que recordar que en esa época florecía la Nao de China, por lo que el puerto de Acapulco era el punto de encuentro con Filipinas, donde el comercio cobro un gran auge y conectó a México, con Asia.
En la actualidad, obviamente, ya no existe, sin embargo, al entrar la primera sensación es que se detiene el tiempo y pareciera que estás en una hacienda, donde la naturaleza hace que se respire paz y tranquilidad.