Principalmente en tiempo de frío, en Chilpancingo a mediados del siglo pasado era muy recurrente que las familias degustaran un Té de Toronjil con cemita, una tradición que a la fecha se encuentra al borde de desaparecer.
El Toronjil es una planta medicinal que hace más de 70 años, los ciudadanos la encontraban en cualquier parte del valle sobre el que se comenzó a erigir lo que actualmente se conoce como Chilpancingo.
Se trata de una planta con varias propiedades que es utilizada para tratar varios malestares, es digestiva, analgésica, y ayuda a dormir bien.
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En la actualidad se llega a encontrar en las partes altas de la ciudad, donde comienza la Sierra Madre del Sur. Su olor es inconfundible y fresco.
De acuerdo con el periodista y escritor Héctor Contreras, en el siglo pasado esta planta cobró popularidad a raíz de que Raymundo Organista, un conocido panadero del Barrio de San Mateo que comenzó a producir las famosas cemitas, un pan con relleno de piloncillo y que acompañó con el Té de Toronjil.
El popular pan acompañado de la bebida, se convirtió en una moda a partir de ese momento en el pueblo, donde las familias realizaban reuniones al aire libre en parajes y lo consumían.
Héctor Contreras señala que esta tradición originaria de Chilpancingo, se forjó con el paso de los años y cuando un forastero venía de visita, se le invitaba un té con pan y se le decía que quien probaba el toronjil quedaba anclado a la ciudad.
Actualmente, esta bebida se sigue consumiendo en las comunidades cercanas en Chilpancingo y en algunos restaurantes del centro de la ciudad, por otra parte la famosa semita ya es vendida en varios puntos de Chilpancingo.