Cultivar la tierra es una de las cosas que tiene hacer Estanislao Mendoza (64 años) cuando no está en una marcha para exigir la aparición de su hijo, Miguel Ángel, uno de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Han pasado nueve años después el caso Iguala, y siguen en lo mismo, dice Estanislao, quien señala que el gobierno en el que tenían sus esperanzas, busca cerrar el caso y todo apunta a que sumará otro sexenio sin saber de sus hijos.
A casi nueve años de los hechos, señala que el caso continúa igual a como estaba en el gobierno pasado, y que aún con los obstáculos enfrente, no claudicarán en su lucha.
En una parcela ubicada a las afueras de Apango, la cual pertenece a un familiar, Estanislao realiza labores a su siembra de maíz en la que incluso llegó a sembrar Miguel Ángel, antes de desaparecer.
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Ya había planes entre padre e hijo para la crianza de animales, y para que cuando esté llegará a ser maestro, apoyaría a la familia en gastos para la siembra.
Ahora, años de marchas y desgaste físico, han afectado la salud de Estanislao, quien tiene padecimientos por desgaste del cartílago en sus rodillas, cuya cirugía se ha ido aplazando y ahora será efectiva a finales del año.
A casi un año de que concluya su periodo de gobierno, para Estanislao el panorama de encuentra desdibujado porque el gobierno tiene otros intereses, por ejemplo que se meterá ahora en las campañas para el cambio de gobierno, y parece imposible tener mas avances sin el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes.
Apango es la cabecera municipal de Mártir de Cuilapan, y está conformado por unos 5 mil habitantes. En ese poblado, Miguel Ángel era un peluquero que ofrecía sus servicios de Lunes a Domingo de 12:00 a 20:00 horas.
Entre sus amigos de Apango, Miguel Ángel era conocido como “El Miklo”, de 33 años de edad, en referencia a un personaje de una película estadounidense sobre pandillas que tuvo su auge en los noventas.
El busco superarse al ir a la Normal de Ayotzinapa para posteriormente convertirse en maestro. Sin embargo, ni siquiera logró ir a las aulas, ya que enseguida ocurrió su desaparición y la de otros 42 estudiantes.
En Apango, el cuarto de Miguel Ángel se encuentra intacto, así como el antiguo local que albergaba su peluquería, cuyos rótulos en la fachada parecen intactos.