Su singular silueta es imposible ignorarla, hasta lo llegan a confundir con un niño, pero no le molesta a don Manuel Salgado, quien sobrevive de la venta de chicles.
Este personaje de la vida real, diariamente recorre la costera Miguel Alemán, con su andar lento "porque a los 50 años de edad, empieza a doler todo el cuerpo".
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Sin embargo, desde que amanece se alista y con su mercancía en una bolsa, sale a retar a la vida, apoyándose en un bastón y cubriéndose del inclemente sol con una gorra.
Casi no habla, solo atina a decir que a consecuencia que la glándula hipófisis no produjo un suministro adecuado de la hormona del crecimiento, que es fundamental para el crecimiento normal en la infancia, su estatura fue por debajo del tercer percentil en las tablas de crecimiento pediátricas estándares.
Oriundo de Chilpancingo, refirió que tiene ya tres meses en el puerto de Acapulco, compró una caja de dulces y es lo que vende a los turistas, pero también a los locales.
Don Manuel acepta que lo vean con curiosidad y que le digan enano, pero ya se acostumbró, porque, en efecto, mide apenas 95 centímetros de estatura por su enfermedad.
Pese a esto, presumió que ha sido un viajero, pues ha estado en Taxco, Iguala, Zihuatanejo y otros municipios del estado, en donde la ido bien con la venta de chicles.
Hasta el momento no se queja, le ha ido bien y reconoce que parte de su éxito se lo debe a su aspecto físico, así que continúa con la vendimia, siempre sonriendo y con toda actitud.