El síndrome de Peter Pan es uno de los fenómenos psicológicos más extendidos, aunque realmente tiene nombre desde que, en 1966, el psiquiatra Eric Berne, lo denominara así, inspirado en la personalidad del célebre cuento de James Matthews Barrie y que popularizara Walt Disney. Pero es en la actualidad cuando este complejo psicológico afecta a una gran población de hombres que están a la puertas de una madurez que no quieren asumir.
No es una cuestión de edad, el síndrome Peter Pan lo pueden padecer desde los hombres de 30, 40, 50 o 60 años, incluso, morirse con él. La condición de Peter Pan se define técnicamente como “la incapacidad de dejar atrás el rol de hijo para transformarse en padre”. La inmadurez, el miedo a hacerse mayor hace a quien lo padece sentirse incapaz de enfrentarse con su propia vida y, mucho menos en pareja donde rechazan asumir roles equitativos, haciendo muy difícil la convivencia.
El escritor escocés James Matthews Barrie escribió en el año 1904 y en clave poética, el cuento de Peter Pan, que más tarde popularizaría en el cine Walt Disney. Pero, no sólo causó fascinación este pequeño duende volador que vivía en el país ideal de “Nunca Jamás”, sino que era tan compleja la personalidad de este niño que no quería hacerse mayor, que la psicología se fijó en él para tratar de entender un complejo del que ya adolecían muchos jóvenes y no tan jóvenes.
El personaje diseccionado psocológicamente
Fue el psiquiatra Eric Berne, quien en 1966 describió analíticamente la tipología del personaje como un complejo. Para el psiquiatra, el protagonista representa al niño que llevamos dentro, pero un niño egocéntrico y narcisista, preocupado básicamente por sus propias necesidades y demandas.
Más tarde, en 1983, el psicólogo Dan Kiley escribió un libro sobre esta tipología “El síndrome de Peter Pan”. Para dar paso un año después a reflejar la tipología de Wendy, complemento perfecto de Peter Pan, su pareja complementaria y madre sustituta. El personaje femenino se convierte en el tipo de persona exacto que hace posible la existencia y mantenimiento de los Peter Pan.
Los hombres que sufren el síndrome de Peter Pan presumen de joviales, simpáticos, almas de fiestas, deportistas, aplicados seductores de jovencitas a edades normalmente inadecuadas. El país imaginario de “Nunca Jamás”, en el que se desarrolla el cuento de Peter Pan es en el que a estos jóvenes les gustaría vivir eternamente porque allí no se crece nunca, y se puede vivir en un mundo infantil y libre de las normas paternales.
Una dramática vida emocional
Este mismo objetivo es el que mantienen personas ya adultas en nuestra sociedad, quienes inconsciente o conscientemente no desean crecer ni madurar. Esta actitud tiene consecuencias no muy favorables para esas personas ni para las personas que les rodea.
Esta inmadurez tiene varios aspectos que, sobretodo, inciden en la madurez afectiva y que se traducen en la vida diaria como inseguridad, falta de confianza en uno mismo y auto-valoración negativa e inadecuada. Por ello, su bienestar dependerá de la valoración que le den los demás.
El Peter Pan no puede aceptar asumir funciones en las que se vea obligado a tomar decisiones graves en la vida o trabajos que requieran un esfuerzo a largo plazo, puesto que les haría perder la condición de niño irresponsable.
Cuando llega esa situación los Peter Pan suelen romper sus relaciones en pareja. Por ello, a medida que el Peter Pan cumple edad va buscando parejas más jóvenes, que no le coaccionen para comprometerse en dichas situaciones. Pero es inevitable que busquen constantemente una compañera con la que convivir y que le eviten pasar el trago de una soledad indeseada, ya que su falta de confianza en sí mismo le provoca terror a quedarse solo.