Blanca Norma Núñez ha buscado a su hijo Roberto Millán Núñez durante casi 12 años, quien desapareció el 12 de diciembre de 2012 en Acapulco.
El joven originario de Iguala llegó al puerto de Acapulco para trabajar como herrero supuestamente en un hotel que estaban construyendo, sin embargo, seis meses después desapareció.
"Él tenía una pareja en Acapulco, yo no la conocía y ella me llamó 4 veces para decirme que mi hijo había sido detenido y se encontraba en la cárcel", recordó la madre.
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Ella inmediatamente se vino al puerto a buscar a Roberto en el Centro de Readaptación Social (Cereso), no obstante, no contó con la empatía de las autoridades del penal ya que se negaron a buscar el nombre de su hijo.
La atendió el licenciado Jaime Abarca, quien le dijo que eran bastante los detenidos y que no podía darle la información de si está su hijo ahí o no.
Los años transcurrieron y conforme avanzaba el tiempo menos pruebas de las investigaciones se tenían, hasta que un día de tanto buscar la señora Blanca encontró a una persona que posiblemente sabía dónde estaba su hijo.
Ella inmediatamente acudió a la Fiscalía General de la República (FGR), porque fue ahí donde también puso su denuncia, para informar sobre esa persona.
Desafortunadamente llegó la pandemia del Covid- 19 y todo se detuvo.
"Si tú no juntas las pruebas te van dejando en el olvido, aun así con las pruebas que yo puse, no investigan cuando realmente deben investigar. Cuando me citaron solo fue para decirme que el testigo que pudo haber dicho del paradero de mi hijo había muerto, 3 años estuve esperando para que solo me dijeran eso", expresó con mucho coraje y tristeza la madre de Robert.
Para Blanca no hay nada que la detenga en la lucha por encontrar a su hijo, ni siquiera una reciente operación de columna.
"Le hice la promesa a mi hijo de buscarlo hasta que Dios me de vida y me deje; mi familia me pide que ya pare con la búsqueda, pero es mi hijo, no de mi hermana o alguien más, es mío".
La madre buscadora no solo está en la lucha por encontrar a Roberto, sino que también diariamente se enfrenta con las adversidades de criar a su nieta de 18 años, hija de su hijo desaparecido, a quien ha tenido que llevar a terapias psicológicas para enfrentar la falta de su padre. A ello se le suma que su otro nieto está siendo criado por su madre.
En un principio renegó contra Dios y le cuestionó por qué no hizo nada cuando su hijo estaba en peligro, sin embargo, después se hincó para pedirle perdón.
"Las autoridades no te ayudan, no hacen nada, creen que se desaparece un familiar y sus seres estarán igual, pero no, la vida cambia por completo, es un sufrir que no se acaba, no solo desaparecen al hijo, nos matan el hijo, matan a la familia completa".