La lucha por visibilizar a las mujeres, romper los estereotipos sociales y lograr que ellas puedan participar en danzas y rituales que hasta hace ocho años estaban específicamente destinadas a los hombres, es lo que llevó a Rosy Chavelas Martínez a organizar a un grupo de amigas y formar el primer grupo femenil de Tlacololeras.
“No soy tlacololera sólo de vestimenta, soy tlaclolera de corazón”, señaló Rosy, quien hace el personaje de caporal en su grupo de mujeres danzantes.
Recordó que hace ocho años platicando con su esposo comentó que a ella le gustaría participar en la danza pero encontraron que los grupos son muy celosos de algunos estándares como la estatura, “en general las mujeres son más chaparritas y no podemos entrar a sus danzas”.
Con sus amigas se pusieron a investigar sobre el origen de la danza, y la participación de la mujer en las labores agrícolas a las que se hace referencia y se rinde culto en la danza, encontraron que las mujeres han tenido una participación importante en la labor agrícola porque siempre han estado al lado de los hombres, les ayudan a cosechar, son las encargadas de alimentarlos y de procesar lo que se produce en la cosecha y muchas otra participación directa de las mujeres en la producción agrícola.
Con toda la información iniciaron la construcción de sus atuendos siguiendo los mismos parámetros que usan los varones como los costales de yute los sombreros, las máscaras de madera y la única diferencia fue que se les fueron asignando toques femeninos en cada una de las partes del ajuar, las mascaras con los labios pintados, con pestañas largas, las chaparreras con una franja de color rosa y motivos de flores, también la camisa bajo los costales es de color rosa.
Su determinación para la conformar la primer danza de Tlacololeros femenil, les generó el reconocimiento en muy diversas instancias y les ha permitido participar en una decena de estados de la república mexicana, invitadas pro la secretaría de cultura estatal y federal, “hemos tenido la posibilidad de presentarnos en Puebla, Pachuca, Estado de México, Morelos, entre otros, pero también el máximo orgullo es poder participar en el paseo del pendón de Chilpancingo y en el encuentro de Tlacololeros”.
Indicó que el camino no ha sido fácil por su parte han tratado de hacer las cosas de la mejor manera y poco a poco se han logrado superar los obstáculos, “Tratamos de respetar todo lo que conlleva la danza madre, los costales son iguales, el chirrión es el mismo y practicamos mucho para poder hacerlo que suene, pero todo con un toque femenino”.
Complicaciones hemos tenido muchas, lo primero ha sido vencer al Machismo, “no sólo entre hombres sino entre nosotras mismas las mujeres, porque siempre lo he señalado que el peor enemigo de una mujer, es potra mujer, hemos vencido nuestros miedos, las fobias y los malos augurios de quienes buscaban que fracasáramos”.
Hoy a ocho años de distancia del primer baile Rosy asegura que la principal satisfacción es cuando una persona se acerca a tomarse una foto con ellas y les aplaude su trabajo, porque es por lo que han luchado por la inclusión, “ahora podemos bailar con los varones, es un logro porque antes no se nos permitía ni hacer danzas de mujeres, ni bailar con los varones”.