Diana Peñaloza se tuvo que reinventar, reinventar su negocio, y cambiar lo ya preestablecido por la sociedad en la forma en que se tiene que vivir la celebración del Día de Muertos.
Concretamente cambió el estilo de cómo se realiza el pan de muerto y las calaveritas de azúcar, que son dos símbolos escenciales en una ofrenda para los llamados “fieles difuntos”. Afirma, paradójicamente, que el que no se renueva muere.
Lea también: Zócalo de Acapulco se viste de color con exposición de altares
El negocio de la repostería lo inició hace seis años por cuenta propia, pero el talento lo trae desde el seno familiar, pues sus padres y abuelos se han dedicado a la elaboración de pan de baqueta de la Tierra Caliente.
Dejó su trabajo como abogada para incursionar en el tema de la repostería y la vez para atender más a su familia.
Desde que dio sus primeros pasos como repostera, ha buscado revitalizar y dar un nuevo toque a estas tradiciones que siguen un orden ya establecido por años.
La preparación del pan de muerto es con una nueva receta, con sabor a naranja, incluso con una nueva imagen a la figura ya conocida, y a la que agregó nuevos elementos, como personalizar una figura con rostro de infante e incluso agregarles crema pastelera o leche preparada, que hace que el pan se aguade.
En el caso de la calaverita, ésta tiene un toque propio y casero, ya que se hace de manera artesanal a base de amaranto, cacao natural, canela, harina de maíz y azúcar, en la que resaltan los ojos de luneta.
“Todos trabajamos sobre lo mismo, pero a partir de qué uno hace la diferencia ahí empiezas a hacer competitivo porque tu ya estás innovando, entonces, la innovación en los productos marca mucho la diferencia y hace tendencia”, señaló.
Sin embargo, recalca que esto de innovar es también un arma de doble filo, ya que cuando comenzó a vender sus productos, las personas no los comproban y cuestionaban el que estos eran diferentes a lo común.
Su objetivo de hacer algo diferente, tomó fuerza cuando hace cuatro años, su negocio ganó un premio de primer lugar por el mejor pan de muerto presentado en un festival.
“Nosotros hacemos la diferencia, quizás la gente dice que no es lo mismo, no es la tradición, es algo diferente pero muchas veces lo diferente también tiene que ser aceptado”, mencionó.
Enfocada en la buena aceptación que han tenido sus postres, señala que nunca fue fácil, puesto que no todos se arriesgan para ofrecer nuevos productos
Ahora menciona que el reto está en que la ciudadanía consuma productos locales al precio que cueste, sin regatear, para verdaderamente valorar el trabajo hecho en la ciudad y en Guerrero.
Para este año, con un adiós casi definitivo al Covid-19, espera que haya más ventas y que la ciudadanía compre muchos artículos para las ofrendas dedicadas a sus difuntos.