El trabajo de pabellonero parece fácil, pero no lo es, asegura Juan Carlos, quien calma el intenso calor del mediodía con raspados que cubre con diferentes sabores que prepara a base de frutas, miel y otras especies secretas.
Instalado en la entrada del parque Papagayo, en su carrito de raspados, atiende a los turistas que sedientos se acercan atraídos por la propaganda en donde ofrece ricas chamoyadas.
Aquí están las originales, que no se dejen engañar, vendo lo mejor y por eso tengo a mis clientes que buscan probar mis raspados con los preparados que traigo, como piña, mango, rompope, entre otros sabores, todos ricos.
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Sin dejar de atender a los clientes, refiere que todo lo prepara con higiene y a la vista de los consumidores, “pueden ver como raspo el hielo y lo pongo en el vaso, enseguida le colocó el sabor que prefieran de los preparados”.
Juan Carlos, es uno de los cientos de vendedores ambulantes que hay en la costera Miguel Alemán, en su caso vende raspados y utiliza un carrito, que adorna con propaganda.
Sin embargo, no dice si cuenta con algún permiso especial, que se supone que si, en virtud que tiene ya tiempo trabajando en esa zona en particular, en donde es bastante conocido.
Todo lo que vendo es del día, por fortuna la mayoría de las veces termino temprano y se agotan los sabores que preparo, porque a parte de la fruta le agrego algunas especias que les da un sabor extra, pero para que se convenzan hay que probarlos.