A pesar de los más de 30 años que tiene trabajando como cocinera en los hoteles de Acapulco, María Magdalena, mantiene la fuerza y el entusiasmo para seguir adelante, en está pesada labor que le ha dado con gran esfuerzo los recursos económicos para sacar adelante su hogar y poder darles una carrera profesional a sus hijos.
Desde las 06:00 de la mañana, inicia su jornada de trabajo en está ocasión en la cocina del restaurante del Hotel Romano Palaces, donde tiene más de 16 años laborando en la atención de los alimentos a los miles de turistas que han llegado a está hospedería ubicada sobre la costera Miguel Alemán a altura de la zona conocida como la Condesa.
“Si es pesado y cansado mi trabajo, porque es todo el día estar parada frente a una parrilla soportando lo caliente de la lumbre, pero me gusta, porque me ha dado la satisfacción de salir adelante, he podido sacar a mis hijos desde chiquitos y ahora ya con su profesión, he tenido la satisfacción de atender a los turistas que me piden desde los sopes, hasta los famosos omelet, los chilaquiles que también son una tradición en el menú diario”, manifestó.
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Cubierta con su uniforme rojo, su boina color negra y su gafete de presentación abrochado en una de la solapa, doña “Malena” como la conocen sus colegas de área de trabajo, ha sido miembro desde hace más de 16 años de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), organización obrera que le ha podido respaldar en sus horas de trabajo diario en la cocina del restaurant del Hotel Romano Palace.
Su día de trabajo, termina a las 03:00 de la tarde diariamente, pero si es necesario considerando las necesidades del hotel donde presta sus servicios, no llega a esa hora al checador de salida y se queda a cubre otro turno o algún par de horas haciendo lo que ella –dice- que le fascina la cocina para los visitantes que llegan a disfrutar de este destino de playa.
La mayor satisfacción su familia, posteriormente su trabajo por lo mucho o poco que este le ha dado desde hace 30 años, tiempo que espera sea mayor a estas tres décadas aun cuando es cansado estar soportando lo caliente de una cocina que prácticamente es su fuente de trabajo.
Al salir de su trabajo, doña Malena, sale satisfecha de su trabajo porque ha cumplido con una jornada más de atención a los turistas que muchos de estos ya conocen desde hace varios años la sazón que sus manos le ponen a cada uno de los platillos que llega a preparar.