Los residentes de un pintoresco pueblo ruso han visto duplicar el precio de sus tierras a medida que los habitantes de Moscú y otras ciudades adquieren propiedades para refugiarse del Covid-19, aprovechando que pueden trabajar de forma remota.
Krasnaya Polyana (Prado Rojo) es un hermoso pueblo de cinco calles en las montañas cerca del Mar Negro. Flanqueado por montañas, tiene agua de grifo de buena calidad, aire fresco y cielos azules, cosas que son difíciles de ver en Moscú.
El pueblo tiene 5,000 habitantes, lo que es típico de Rusia. Lo atípico es que hay 20 cafés, restaurantes, un pub y un bar, además de Wi-Fi rápido.
Algunos de los restaurantes existían antes de la pandemia para atender a los esquiadores que van a los complejos turísticos cercanos construidos para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014. Pero los lugareños decidieron abrir todo el año una vez que superaron los temores de que los visitantes de Moscú les lleven el Covid-19.
Los precios de la tierra en Rusia se calculan en unidades de 100 metros cuadrados o sotki. El precio de un sotka en Krasnaya Polyana ha aumentado a 5 millones de rublos (68,000 dólares) desde 2 millones antes de la pandemia, dijo Nikolai Rogachev, un agente de ventas local.
Es probable que alcance los 7 millones para fines de 2021, dijo, debido a la fuerte demanda cuando las opciones de viajes al extranjero son limitadas.
"Lo llamamos el apocalipsis zombi", dijo otro agente de bienes raíces, refiriéndose a la demanda de los citadinos por cualquier tipo de propiedad en el pueblo y la calidad de sus habilidades sociales tras meses encerrados en sus pequeños apartamentos urbanos.
Los precios de las casas de campo en el pueblo varían de 40 millones a 900 millones de rublos, según la base de datos de bienes raíces de CIAN. La demanda proviene principalmente de empresarios adinerados de las grandes ciudades, ya que los precios son inaccesibles para el ciudadano común.
Los alquileres también han aumentado, impulsados por la demanda de las personas que trabajan de forma remota y ven a Krasnaya Polyana como un escape de la ciudad. El aeropuerto se encuentra a 40 minutos en coche y las rutas de senderismo parten directamente del pueblo.
"Disfruto caminar por los senderos de montaña y poder encontrar una compañía agradable en los lugares locales por las noches", comentó Kirill Ryzhonkov, analista de datos de Moscú.
En octubre se abrió un espacio de coworking, principalmente para especialistas en TI y emprendimientos.
Sus propietarios esperan que Krasnaya Polyana se convierta en un Silicon Valley ruso independientemente de cómo se desarrolle la pandemia.
"La gente ya ha notado las ventajas: La misma zona horaria que Moscú, un vuelo de 2 horas a Moscú, esquiar en invierno, el mar en verano y una infraestructura fresca que dejaron los Juegos Olímpicos", dijo Ilya Kreimer, gerente del espacio compartido de trabajo.