En el mar la vida es mas sabrosa, reza un refrán popular. Y en Acapulco así es. Es un destino de playa cosmopolita con una amplia variedad de opciones para los visitantes nacionales e internacionales, que pueden elegir entre una variedad de opciones gastronómicas, con platillos creados aquí, como los camarones a la Jakie o el pescado a la talla.
Acapulco ofrece platillos con productos del mar únicos, la mayoría de ellos preparados con una receta propia de los restauranteros que le dan su toque personal.
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El empresario Jesús Zamora , propietario de los restaurantes El Camarón Jakie y Malibu Sun , explica que a pesar de que este destino de playa no explota la industria pesquera, en su caso, consuma los productos que aquí se capturan.
Al ingresar a su local se observa cómo se preparan estos especímenes del mar, el humo envuelve el lugar y llega a los clientes, que impacientes esperan sus platillos.
El huachinango es un manjar y se pide mucho a la talla, por lo cual cuenta con sus propios asadores especiales para darle un sazón propio y competir con los restaurantes de Barra Vieja, en donde este producto tiene mucha demanda.
Zamora se niega a dar a detalle su receta, pero asegura que lo que lo distingue es su salsa diabla, que se prepara con una variedad de chiles y se sazona con especias como el laurel, lo que le da el sabor; mientras que el pez se abre por el lomo, se marina y se coloca en el asador, hasta que se cuece de manera uniforme y después se baña con la salsa.
En sus locales que se ubican sobre la costera Miguel Alemán, la cocina es abierta y el cliente que así lo quiere puede observar la preparación de sus platillos y constatar que todo se prepara de manera higiénica y que, ante todo, se ofrece calidad.
El empresario restaurantero relata orgulloso que el camarón Jakie es un invento de su hija, quien comenzó a prepararlos para su propio consumo, pero un día un cliente los probó y de inmediato pidió una orden.
Este platillo tiene un adobo especial y los camarones se marinan un promedio de dos horas, se le agrega un concentrado de ajillo y se cuecen con mantequilla lo que los convierte en una combinación perfecta, con un sabor único que emana un olor irresistible.