¡Pásenle a los tacos de perro! Era el grito de “El Chino” a su llegada a la esquina que domina, en Melchor Ocampo y Mina, en el primer cuadro de la ciudad, en donde largas filas esperaban su turno para probar este delicioso manjar.
Este personaje saltó a la fama, luego que se descubriera, que en efecto, vendía tacos de perro, que llevaba en una cacerola y los surtía con abundante salsa de aguacate y tortillas, bien grandes, con un costo de un peso.
Es de resaltar que el taco es un platillo sencillo: incluye tortilla, carne o algún guisado, cebolla, cilantro, salsa y limón. Sin embargo, en realidad este invento gastronómico es de los más importantes de la historia y de mayor demanda, no solo en Acapulco, sino en todo el país.
Además, se convirtió en un alimento emergente, para quienes entraban después del mediodía a trabajar y no les daba tiempo de comer, por lo que la venta de este producto alimenticio, se convirtió en parte del paisaje urbano y abundaban en las principales calles y avenidas de este destino de playa.
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El Chino eligió la famosa "esquina que Domina", según se sabe, porque en aquellos años no había competencia, así que se posicionó de este espacio, en donde se encontraba la farmacia Guadalupana.
Con el transcurrir de los meses, se convirtió en paso obligado para las personas que iban a sus centros de trabajo, pero hacían un alto en este punto, soportando, incluso, los inclementes rayos de sol de la tarde.
Corría el año de 1962, la postal cotidiana era ver largas filas a la espera de ser atendidos y degustar los tacos de barbacoa, que, curiosamente, quienes los comían, afirmaban que su sabor era único y no tenían comparación con los que vendía la competencia.
Era tanta la demanda, que había personas que esperaban desde las 3:00 de la tarde, cuando el Chino llegaba a las 16:00 horas y se retiraba a las 20:00 horas. Así, que pacientes veían como sacaba la carne, todavía emanando vapor y desprendiendo un olor que incitaba el sentido del gusto, por lo que no era motivo de asombro ver que algunos hasta tragaban saliva.
Enseguida, la salsa a base de aguacate y chile picoso, era el ingrediente que acompañaban los tacos, las tortillas, grandes, no como las de ahora, eran bien surtidas con la exquisita carne, al grado que con tres tacos eran suficientes para saciar el apetito.
El grito de El Chino, “Pasanle a probar los tacos de perro” era ya una costumbre, pero como no todo es para siempre, a principios de los 70´s, vino la debacle para este famoso taquero. Fue por un altercado con su esposa y en un arranque de ira, la golpeó, situación que provocó que fuera demandado ante las autoridades.
Ésta lo denunció ante la policía de vender tacos de barbacoa hechos con carne de perro, lo que dio paso a un gran escándalo y se inició una investigación, tras confirmarse, que era cierto, el Chino fue encarcelado por algún tiempo.
Estos deliciosos tacos de perro se estuvieron vendiendo hasta el año de 1973, fecha en la que fue detenido este taquero, que convirtió en un éxito su arte de preparar la carne de perro en una deliciosa barbacoa, que sin ser fantasioso los llegaron a probar medio Acapulco.
En su defensa, El Chino, siempre argumentó que él en realidad nunca engañó a sus clientes, siempre les decía que "eran tacos de perro" pero sostuvo que nunca le creyeron y hasta más le pedían.
Y fue cierto, la gente hasta le decían “dame tres de perro” y nunca se quejaron después de probar sus sabrosos tacos.
Este episodio que forma parte de la historia de Acapulco, ya pocos lo recuerdan, pero cuando alguien toca el tema, más de dos confiesan que comieron los famosos tacos de perro que preparaba El Chino.