Atractivas tarifas y escondites perfectos, los moteles están listos para atender la alta demanda el Día de San Valentín o "Día del Amor y la Amistad", por parejas que practican el sexo casual o simplemente una aventura fugaz producto de una relación prohibida que necesita del secreto.
Estos recintos de hospedaje, son construidos en la década de los 60 y 70, con el propósito de sacar provecho del boom de la actividad turística que gozaba el puerto de Acapulco, pero al paso de los años al bajar el turismo para no desaparecer se adaptaron al servicio de motel de paso.
Por otra parte, es preciso remontarse a la historia y explicar que el Día de los Enamorados, se remonta al sigo III. Fue en esa época cuando Valentín, un sacerdote cristiano, desafió al emperador romano Claudio II, conocido como El Gótico, por haber prohibido la celebración de matrimonios entre los más jóvenes, alegando que los solteros eran mejores soldados al tener menos ataduras familiares, uníendolos en santo sacramento a escondidas.
A partir de entonces se reconoció a este clérigo y en su honor surgió la celebración del Día de San Valentín, donde hombres y mujeres se expresan su amor con obsequios diversos, que van desde arreglos florales, disfrutar de una buena comida o convivir en algún lugar determinado para profezarse cariño.
A la vez, surgió la demanda de parejas que solo buscan ese encuentro casual, producto de una relación prohibida que requiere de secrecía y de mantenerse alejado de miradas indiscretas, como opción surgen los moteles, con pocos cuartos y que ofrecen un servicio para un "rapidin".
En el puerto de Acapulco, el área perfecta son los inmuebles que ofrecen servicio de 24 horas en Caleta y Caletilla, con tarifas que van desde los 250 a 300 pesos por dos o tres horas, con aire acondicionado y televisión por cable, así como otros servicios que hay a la habitación.
Entre los de mayor demanda se encuentran "El Cielo", "El Venus", "El Toreo", "El Mejicano", "El Oasis", "Picolino", "El Vacaciones", "Caletilla", entre otros, que ofrecen discreción y precios módicos, pero lo más importante es que están en sitios apartados y de poca movilidad, que garantizan el anonimato y un final feliz a los que van a dar rienda suelta a sus bajas pasiones.
En platica informal, algunos de los encargados de estos moteles, coinciden que ha bajado la demanda de parejas en estas fechas, pero siguen llegando nuevos clientes en vehículos lujosos, con cristales polarizados, que buscan por unas horas un encuentro furtivo y se retiran como llegaron, discretamente.
El servicio que se ofrece va desde condones, vigorizantes, venta de cerveza y botanas, incluso, llegan a pedir servicio de comida a la habitación y los que entran a pie, se les contrata el servicio de taxi que ingresa al interior para levantar a los clientes y trasladarlos al sitio que indican.
En contraparte, los que van por un encuentro fugaz a un cuarto de motel, admiten que estos refugios son perfectos para la ocasión y no hay riesgos de que los "cachen" y se la pasan "muy bien" con su amiga o amigo de ocasión o su amante, algunos duran apenas minutos y se van, otros que son más tardados, permanecen hasta que se les vence el tiempo de la habitación.
Es cierto, hay quejas que existen cuartos con poca higiene, con molestos mosquitos, cucarachas y hasta piojos, pero finalmente, esto es secundario, cuando la calentura es harta y solo buscan disfrutar de un buen revolcón al amparo de esas discretas cuatro paredes, por donde han desfilado hombres y mujeres, que practican el amor de un rato en este Día de San Valentín.