Con el hilar y la aguja de madera sobre el bastidor, doña Hilda Herrera Monroy, con cuidado le da forma a la hamaca que teje y que espera vender en 700 u 800 pesos.
No es una profesional en el ramo, se trata de una de las amas de casa que toman el taller para tejer hamacas en el Cici Renacimiento, en donde asiste todas las tardes.
Pero no acude por el taller en si, explica que tiene una hija que toca el violín y la lleva aprender música con los maestros que ofrecen clases y que éstos forman parte de la Sinfónica de Acapulco.
La llevaba a la Progreso, pero suspendieron los cursos y la traje aquí al Cici de Renacimiento, en donde están los mejores músicos.
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Me quedaba esperándola en las bancas, cuando me di cuenta que había un taller para aprender a tejer hamacas, me llamó la atención y me quedé viendo, explica.
Doña Hilda tomo la decisión de aprender está técnica y tejer hamacas, que se hacen de varias extensiones, pero al final se trata de obras de arte donde se combinan los colores y con el hilado grueso garantiza la resistencia.
Ahora, ya sabe hacerlas, con la supervisión del maestro y las vende, pero no es fácil, le lleva una semana o más tejer una hamaca matrimonial o individual.
Sin embargo, dice que vale la pena, porque su hija aprende tocar el violín y ella ya sabe otro oficio más, del que saca algo de dinero y contribuye al sustento familiar, pues su esposo es comerciante.
Por lo pronto, da los últimos tejidos a la hamaca que está por terminar, pero sin perder de vista a su pequeña de 12 años que cerca de ahí también aprende y aspira convertirse en una gran violinista.