Digno de un relato de una novela de terror, así fue el caso que puso los reflectores sobre el puerto de Acapulco, en su naciente fase como destino turístico en la década de los 40´s, por el trágico asesinato de una bella mujer que logró ser resuelto por un audaz reportero que cubría la nota policiaca y que ayudó a capturar al criminal.
El calendario marcaba el 5 de marzo de 1947, cuando el empresario Alfredo Suárez Vargas reportó en la administración del hotel Las Américas, ubicado en la Península de Las Playas, la extraña desaparición de su esposa Guadalupe del Río, con quien se hospedaba en el bungalow “María Bonita”, sí, el mismo que ocupó años atrás el Flaco de Oro, Agustín Lara y la actriz María Félix.
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El matrimonio había llegado a este incipiente destino de playa, para pasar su luna de miel, tres días antes, ocupando el bungalow que había sido bautizado como “El María Bonita”, en honor de la diva de la época de oro del cine mexicano, el cual, por cierto, era muy solicitado por matrimonios y enamorados.
La pareja provocó comentarios mordaces a su llegada a la hospedería, en virtud que no pasó desapercibido la diferencia de edades, pues el cronista de la ciudad Anituy Rebolledo Ayerdi, a él lo describe como un cuarentón, regordete, con barriga pulquera y antiestético, feo, pues.
A la dama, el cronista la retrata como una adolescente, muy hermosa, con cuerpo llenito pero bien esculpido, digna de un calendario, que a más de uno hacía voltear y sacarle un suspiro, quien en apariencia se dejó llevar por el dinero, pues su flamante esposo era uno de los principales criadores de cerdos en su natal Pajacuarán, Michoacán.
El marido,al reportar la ausencia de su pareja, mostró siempre una expresión de preocupación en el rostro, esperó el regreso de su amada, pero extrañamente, nunca recurrió a la Policía. En aquel entonces era un lector asiduo de un periódico de circulación nacional en el que trabaja como reportero de la nota de policía Eduardo “Güero” Téllez Vargas, por lo que decide contactarlo y que escribiera una nota sobre la desaparición de su mujer.
El periodista aceptó ayudar al michoacano y le sugirió que además de publicar la nota periodística de su esposa y su fotografía, ofreciera una recompensa de cinco mil pesos a todo aquel que proporcionara información veraz y fidedigna que conduzca con el paradero de la joven. El hombre accede, sin imaginar que su decisión de solicitar ayuda al Güero Téllez, le costaría muy caro.
Con su olfato periodístico a Eduardo, no le es indiferente el aspecto físico del carnicero y el atractivo de su joven cónyuge; además le llama mucho la atención de que éste no haya recurrido a las autoridades, por lo que no duda en hacerle un escaneo de personalidad y conocer más detalles sobre la desaparición de Guadalupe del Río.
Con la experiencia que le daba haber entrevistado a los criminales más desalmados de México y a los grandes mentirosos, escucha al michoacano y empieza por decir que su mujer padecía de un problema mental, resultado de una caída que sufrió siendo niña, con desparpajo aseguró que ella le comentó que iba hacer un viaje a Cuba, dizque para ver a un antiguo novio.
El hombre, sin mostrar ningún signo de asombro, se limitó a continuar con su relato de que el día que desapareció su pareja, salieron a comprar en un local del centro y ella compró una blusa muy ceñida, “porque le gustaba mucho enseñar su enorme busto, entonces, repentinamente salió corriendo, la seguí, pero se perdió entre el gentillal y la perdí, la busque, pero fue como si se la hubiera tragado la tierra”.
El periodista se hubiera creído el cuento, pero cuando el carnicero remató que le robó la cartera con diez mil pesos que llevaba para pagar la luna de miel y encima su pistola que traía siempre para su protección personal, se dio cuenta que algo olía mal y no era propiamente el obeso michoacano, si no que no cuadraba su versión y era evidente que algo atroz ocultaba, pero sin pruebas no podía más que creer en su palabra.
Es entonces que le vino a la mente pedirle ayuda al subjefe del Servicio Secreto de México, Simón Estrada Iglesias, le comparte que el empresario Suárez Vargas, le quiere ver la cara de p…ensante, cuando le dijo que su mujer le robó su cartera y su pistola, a pesar que padecía de sus facultades mentales ¡Está cabrón!
Ya puesto en antecedentes al policía, “El Güero” Téllez lo presenta como un viejo amigo al michoacano y le dice que por el gusto de verse lo invitan a tomarse unas copas, en un bar que utilizaba la secreta. Al ocupar la mesa que se les asignó, le piden discretamente al mesero que solo se le sirva alcohol a Alfredo Suárez y a ellos simplemente agua.
Una vez que el carnicero se puso como placa de tráiler, es decir, hasta atrás, policía y periodista se le van a la yugular con señalamientos directos: ¿por qué mataste a Guadalupe, cabrón? ¡Lo sabemos todo! , le dispara Téllez a quemarropa. Suárez al sentirse descubierto se derrumba sobre la mesa, sin atinar qué decir.
Pero el Güero le dice que lo que quieren es ayudarlo. ¡A ver, a ver! ¿Cómo está eso de que quieren ayudarme?, vocifera Suárez. El reportero le suelta que lo que quieren es librarlo de 20 años de cárcel a cambio de 50 mil a cada uno, atestiguando a su favor de que se trató de un asalto perpetrado por bandoleros, quienes le dieron piso a su esposa. ¿Qué respondes? le urge el policía.
Al verse descubierto, el michoacano responde ¡Acepto, acepto!, pero les advierte: ¡Ora que si me traicionan cabrones, los mandó a matar como maté a la pu...! Es entonces que acuerdan viajar al puerto de Acapulco y le dicen que cuando pasen por el lugar en donde dejó el cuerpo de su esposa, toque tres veces el claxon sin detenerse y seguir hasta la ciudad para hacer la denuncia correspondiente.
Cuando acude el personal del Ministerio Público del Fuero Común, no les lleva mucho tiempo buscar en un Palmar ubicado en la entrada al puerto, pues el cuerpo yacía casi a flor de tierra los peritos le observan que la mujer presenta una herida de proyectil de arma de fuego en la nuca, que le provocó una muerte instantánea. Testigo de la dantesca escena es el marido, quien está al punto del desmayo, pero no por la carga de conciencia, sino por la tremenda cruda.
Pero el mundo se le vino encima cuando “El Güiero” Téllez le espetó: ¡Alfredo Suárez Vargas! ¿Por qué mataste a tu esposa Guadalupe del Río?, Es cuando el michoacano, después de proferir insultos acepta: ¡Si, la maté, la maté, la maté y la mataría otra vez por pu... y traidora!, entonces trató de correr pero veloces policías se lo impidieron.
Ya sin nada que perder, confesó que cuando estaban en el bungalow su mujer lo hizo como auténtica verdulera, ¡Me exigió cosas de sexo que a mis años no conocía, cosas pecaminosas!, luego busqué sangre en la sábana y ni una manchita. ¡Según yo, me había casado con la muchacha más recatada y honorable del pueblo!, y niguas, ¡era una cabrona ramera!
Para colmo, dijo que cuando llegaron al hotel coqueteaba con los empleados, al grado que uno de ellos creyó que era su padre y le pidió permiso para llevarla a bailar. Pero la cara se le cayó de vergüenza, cuando fueron a la playa de Caleta. Guadalupe se puso un traje de baño que enseñaba todo y ahí tiene a toda la perrada detrás de ella, nunca me hizo caso que se bañara como en el río, con fondo y doble calzón.
Pero aceptó que la causa que la hizo matarla, fue cuando se burló por el tamaño de su miembro viril, la odiótanto, porque se imaginó que lo comparaba con la de sus anteriores novios, por eso planeó llevarla a tomar agua de coco a un palmar y ahí entre la maleza la hincó para que le pidiera perdón, enseguida le disparó en la nuca.
El hombre fue encarcelado, pero solo estuvo preso dos años en la cárcel de Acapulco, con el poder de su dinero pagó su libertad y viajó a Michoacán, pero lo último que se supo fue que no lo quisieron en Pajacuarán y vivió en una población cercana, en donde una noche su casa ardió por el fuego y murió calcinado.