El peculiar olor del humo que emana al quemarse el elote se desborda por varios metros alrededor de doña Emma, ella siempre sonriente le atiza al carbón para que levante la flama, “hoy están tiernitos los elotes”, ofrece a sus clientes que poco a poco la rodean para degustarlos en las diversas formas que los prepara.
Desde hace 44 años doña Emma Ramírez Bartolo, todos los días viaja desde Tixtla a Chilpancingo para vender los elotes, que prepara como esquite frito, hervido, o con mantequilla, asimismo el elotes hervido o asado al carbón, con chile y limón, mayonesa o queso y como adición especial patitas de pollo hervidas.
La mujer que se instala en el estacionamiento del mercado Baltazar R Leyva Mancilla, relató que inició en la venta de elotes cuando apenas tenía 20 años y se acababa de juntar con su esposo, ella entonces vendía tortillas en Tixtla para apoyar en el hogar y una prima de su pareja la invitó a que viniera a Chilpancingo a vender elotes, dejaba más ganancia y estaba menos cansado que las tortillas.
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Recordó que inicialmente le daba venir hasta la capital a vender elotes pero decidió tomar aceptar la oferta y se vino a la ciudad, “traíamos sólo elotes hervidos, y nos poníamos cerca de la catedral en el centro, entonces el mercado estaba allá, para venderlos los pelábamos y se le dejaba sólo una hoja del mismo elote luego se embarraba de limón y chile”.
Recordó que tras una tromba que generó que se desbordara la barranca y afectó puestos, el gobierno construyó el nuevo mercado y nadie se quería ir después todos se pasaron, pero a ellos que eran vendedores que sólo se instalaban por las tardes cerca del mercado no les dejaron ningún espacio, “nos venimos al mercado, pero el gobierno nos quitaba, nos sacaron arrastrando, nos quitaban la mercancía y nos querían llevar a la cárcel”.
Entonces recordó que se unieron a una organización e comerciantes que dirigía Juan Serrano Moreno y el generó las condiciones para que se instalaran sin que nadie las quitara, incluso cuando se quemó el mercado les asignaron espacios en la calle y luego la volvieron a poner en el mismo sitio que antes del siniestro, “de verdad que fue difícil, pero aquí estamos y de este trabajo he logrado sacar a mis cuatro hijos, uno terminó de maestro y otro una carrera técnica en el Conalep”.
La peculiaridad de doña Emma es que siempre te atiende con una sonrisa, de forma amable y al viejo estilo del comercio te ofrece un pilón, le doy otro poquito o cualquier detalle que pueda agradar a quienes acuden a consumirle los elotes.
Doña Emma indicó que todo el año vende elotes y siempre frescos, los trae del municipio de Tixtla donde la orografía permite tener siembras de riego o temporal que los campesinos van sembrando todo el año para que siempre haya elote fresco.
Lo que si varía a veces es el tipo de elote que trae pues a veces encuentra elote de grano muy grande del que sale el maíz pozolero, otras temporadas es maíz híbrido que tiene el grano sumamente pequeño y son elotes más largos, pero todos los días del año hay producción.
Inicialmente doña Emma sólo vendía elote hervido con el paso de los años fue viendo que en otros lados se hacían productos diferentes, por eso tuvo que innovar y hacer sus propias recetas, por ejemplo tiene un esquite frito sazonado con chile de árbol, un esquite con seco frito con mantequilla, y las patitas de pollo que le generan un sabor muy particular.
De tal manera que se pueda satisfacer el antojo de cualquier persona que acuda entre las seis de la tarde y las 10 de la noche al estacionamiento del Mercado central de Chilpancingo.