Las orejas de los perros son una obra maestra de la naturaleza

Conoce las razones por las que no debes cortarle las orejas a tu mascota...

Saúl Avila | El Sol de Acapulco

  · miércoles 3 de marzo de 2021

Cortesía | Pixabay

Las orejas de nuestros queridos perritos tienen una extensa variedad según su raza y tamaño, a continuación analizaremos cómo funciona su sistema auditivo y las razones por las que debería ser un delito la amputación de los pabellones auriculares de los canes.

El mundo orejero de los mejores amigos del ser humano es muy extenso, tanto en forma, tamaño y posición como en el número de razas y todas las posibles combinaciones.

Por ejemplo, las orejas del basset hound son útiles para que al bajar la cabeza en el seguimiento de un rastro, formen una especie de conducto que conserve el rastro. Las orejas erectas y atentas de muchas razas de guardia facilitan aún más la recepción de sonidos, como el ovejero alemán.

Las orejas caídas a un lado en distinta posición son un signo de apacibilidad, es decir que los cachorros quieren depender de la protección del hombre, mientras que el pabellón auditivo externo en forma de cucurucho ayuda a ubicar el origen de los sonidos y a capturarlos más fielmente.

El ser humano cree que es el dueño y diseñador de la naturaleza, y amputa las orejas a determinadas razas con la justificación de una mejor apariencia estética.

El corte de orejas es una práctica que aunque se haga bajo control profesional, claramente es mutilante, aberrante y hace sufrir al animal por mero capricho del dueño, y debería ser penada por la ley.

El oído del perro es un tanto sensible y puede capturar sonidos que los humanos no, como el caso de los agudos. Por ejemplo, se puede decir que la capacidad auditiva del hombre va de 16 a 20.000 Hertz, mientras que la del perro se encuentra entre los 70 y 100.000 Hertz.

Por lo anterior, debemos hacer conciencia sobre esta horrible práctica y en realidad convertirnos en sus mejores amigos, proporcionándoles cariño y cuidados. Así que NO le cortes las orejas a tu perro, o arderás en el infierno.