Ya sea por su bajo costo o su sazón, las gorditas del Centro de Chilpancingo se han convertido en un lugar imperdible y favorito para quienes transitan por el Zócalo de la ciudad.
Desde hace años, la calle Francisco I. Madero una de las que delimita el zócalo, se ha convertido en una parada gastronómica obligada, porque son dos los grupos de vendedores de este alimento conocido como gorditas.
Hay para todos los gustos, de queso, pollo, chicharrón, chorizo o combinadas, dependiendo de los ingredientes que elija la clientela. Todas se encuentran fritas en aceite y se entregan envueltas en papel estraza, dentro de una bolsa de plástico.
Al momento de ser sacadas del comal, son abiertas para que se les aplique salsa, ya sea verde, roja o de jitomate, con picante o “de la que no pica”, que se ha convertido en una de las favoritas para los comensales.
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Recientemente, aparte de las gorditas, los vendedores han puesto a la venta quesadillas más grandes que las normales, con la que se ofrece una variedad. Ambos productos rondan los 20 y 25 pesos, un precio accesible, en comparación con un platillo de comida con un precio mínimo de 70 pesos.
Junto a los puestos de gorditas se venden por la mañana tacos de canasta, y por las noches el lugar es ocupado por vendedores de elotes y esquites, principalmente.
En varias ocasiones, los gobiernos municipales han intentado desalojar a los vendedores con puestos semifijos del zócalo, señalando que ese tipo de negocios pone en riesgo la integridad de los transeúntes, debido al uso de tanques de gas.
Sin embargo, aún con esto, las vendedores sobreviven ofreciendo sus productos, los cuales se venden durante las primeras horas de la mañana, y representa un punto de reunión de trabajadores y estudiantes, que se concentran alrededor del comal.
Seguramente el proceso de elaboración de las gorditas le antojó comer una con la bebida de su preferencia y ¿para cuándo piensa visitar a los vendedores?