La vida de Blanca Mónica Hernández Castro cambió de manera radical en el 2022, la violencia le arrancó a sus dos hijos ese año, uno asesinado y el otro desaparecido, además se le agudizó una enfermedad de cáncer terminal que poco a poco le absorbe la vida.
Apoyada por sus familiares para poder caminar, Blanca Mónica acudió este 10 de mayo a la misa que colectivos de familiares de desaparecidos organizaron para conmemorar el Día de las Madres en la Iglesia de San Francisco de Chilpancingo, “yo no tengo feliz día, no puedo tener felicidad cuando mis dos hijos no están a mi lado, cuando la Fiscalía no me ayuda para encontrar a César Alberto”.
Entre llanto y sollozos y ante medios de comunicación doña Blanca reclamó a las autoridades no hacer lo necesario para localizar a su hijo César Alberto Castro, pues como lo ha dicho en el pasado en la Fiscalía sólo esperan a que los desaparecidos lleguen solos al Semefo, pues cuando hay un cuerpo que tengan alguna similitud de características confrontan el ADN y es todo lo que hacen.
“El cáncer me está matando, pero ese dolor lo puedo soportar, lo que no aguanto es pensar que voy a morir sin volver a ver a mi hijo, que es el único que me quedaba”.
Indicó que en enero del 2022 la violencia le arrebató a su primer hijo, al que lo asesinaron a balazos y el seis de julio su segundo hijo fue a la colonia PRD parte alta para visitar a sus hijos y de ese lugar no regresó y nunca más supieron de él.
Desde entonces Blanca Mónica Hernández no ha descansado en buscarlo y aseguró que seguirá haciéndolo hasta el último aliento de vida que le quede, porque incluso pagó extorsiones telefónicas que le hicieron personas que le llamaron asegurando tener detenido al muchacho, le pidieron 10 mil pesos, luego otros cinco mil y un tercer pago de cinco mil y no fue verdad, no hubo información del paradero de César Alberto Castro.
“Yo sólo quiero saber dónde lo tienen, era peón, estaba separado de su pareja, pero se dedicaba a sus hijos. Si me lo mataron, que me digan dónde está”
Finalmente, la mujer expresó que el Día de las Madres, lejos de tener una felicidad se agudiza su dolor, porque mientras las demás madres reciben flores y abrazos, ella sólo llora por la ausencia de sus hijos, “No tendrá nunca más un 10 de mayo feliz, no mientras mi hijo no regrese a darme un abrazo”.