/ jueves 14 de septiembre de 2023

La "Vereda Tropical" surgió en Acapulco y traspasó fronteras

La obra musical fue compuesta por el maestro originario de Guadalajara, Gonzalo Curiel, quien en un viaje al puerto quedó prendado de una hermosa mujer

Pocos saben que el exitoso bolero “Vereda Tropical”, que traspasó fronteras al estrenarse en la película “Hombres de Mar” del director Chano Urueta, nació en el puerto de Acapulco, allá por 1936.

Esta obra musical fue compuesta por el maestro originario de Guadalajara, Jalisco, Gonzalo Curiel Barba, durante su estancia en este destino de playa.

Aunque lo mantuvo en secreto y por ello, incluso, cantantes como Chavela Vargas, presumía que sabía donde estaba la famosa Vereda Tropical, que existe en la actualidad sólo que con grandes cambios por la era de la modernidad.

Lee también: El Presidente, pionero de los grandes hoteles en Acapulco

Además, también circula una versión que nunca confirmó el cantautor tapatío, de que en realidad la fuente de la inspiración fue una hermosa morena, de ojos glaucos, de cintura de avispa y caderamen anforino, que fue la musa de esta composición.

Pero para entender mejor este episodio de la historia hay que conocer un poco más de la vida de este singular artista, que fue un músico mexicano y compositor de numerosas melodías, además de bandas sonoras de películas mexicanas.

Hijo del matrimonio de Juan Nepomuceno Curiel Guerrero y María de Jesús Barba Riestra, y tuvo dos hermanos: María Elisa y Juan Luis. Desde niño mostró inclinación por la música.

A los seis años aprendió a tocar el piano, y más adelante la guitarra y el violín.

En su ciudad natal cursó todos sus estudios, hasta el cuarto año de Medicina, carrera que estudiaba debido a que su padre le exigía un título profesional. Pero su gran vocación por la música se impuso, y en 1927 dejó la universidad para trasladarse a la Ciudad de México.

Ya instalado en la capital, trabajó como pianista en una casa de música, para la grabación de rollos de pianola, que eran muy populares por aquella época.

Y precisamente como pianista se inició profesionalmente en la música, tocando en la emisora de radio XEW. Llevaba dos meses de haber ingresado a esa radiodifusora, cuando el doctor y cantante Alfonso Ortiz Tirado, quien al día siguiente salía a una gira internacional, recibió la noticia de que su pianista estaba enfermo, por lo que le pidió a Gonzalo Curiel que lo sustituyera.

Esta gira le brindó a Gonzalo la oportunidad de dar a conocer su trabajo y talento, y le sirvió de plataforma para, más adelante, crear grupos musicales y convertirse en uno de los primeros artistas que trabajaron al frente de su propia orquesta.

La zona tradicional tuvo un papel importante en la composición del tema. / Foto: Abraham Martínez | El Sol de Acapulco

Según el cronista de la ciudad, Anituy Rebolledo Ayerdi, fue por esas fechas que visitó el puerto de Acapulco, en donde conoció a una bella mujer y se dejaba ver con ella, caminando por esa vereda que llegaba hasta la playa Manzanillo.

Es de hacerse notar que todavía no se construía la costera Miguel Alemán, por lo que se utilizaban caminos rústicos que rodeaban para poder llegar hasta la playa, cuando se trataba de un lugar de extraordinaria belleza y rodeado de huertas de cocos.

Pero los porteños empezaron a exigir a las autoridades que se abriera un camino que permitiera llegar hasta Caleta, porque solo se podía acceder por mar y finalmente la obra la ejecutaron militares al mando del general Rodolfo Sánchez Tapia.

Sobra decir, que en los trabajos participaron entusiastas jóvenes acapulqueños sin recibir salario alguno. Los recursos utilizados fueron producto de colectas populares y tenía como finalidad dar también la bienvenida al presidente de la República, Plutarco Elías Calles.

Es aquí cuando el artista Gonzalo Curiel se vuelve asiduo visitante de la vereda que lo inspiró, se trata del tajo al cerro de los Dragos, también conocido como La Pinzona, que permitió abrir un camino desde la Playa Tlacopanocha a Manzanillo, que iba pegado al mar y que era en algunos tramos una empinada vereda que iniciaba en el Barrio del Rincón

De ese punto trepaba zigzagueante hasta el Barrio de la Candelaria hasta llegar a un nicho con una cruz en su interior, siempre colmado de flores silvestres. El sendero bajaba hasta donde hoy se encuentra la gasolinera y de ahí accedía a la playa Manzanillo.

La vereda bajaba hasta llegar a la playa Manzanillo. /Foto: Abraham Martínez | El Sol de Acapulco.

El célebre compositor jalisciense conoció a esa bella joven morena, cuyo nombre jamás se supo, pero pocos utilizaban la vereda, en virtud de que ahí se asentaba el congal Gloria, donde vendían caro su amor La Niña Verde, Manos de Oro y Las Patas de Oso, por eso las familias decentes lo evitaban.

Cuentan que casi siempre se le veía a Gonzalo Curiel acompañado de esa hermosa dama con cuerpo de tentación, pero cierto día no llegó a la cita y tampoco lo hizo en los días subsiguientes, por lo que el autor de melodías como Caminos de Ayer, Incertidumbre y Temor, con un vació en el corazón le vino la inspiración.

Fue así como vio la luz este hermoso bolero, en el que parte de las estrofas de la canción en reclamo dice: ¿Por qué se fue? Tu la dejaste ir, Vereda Tropical hazla volver a mi, quiero besar su boca, otra vez junto al mar. Vereda Tropical.

El resto es historia…

Pocos saben que el exitoso bolero “Vereda Tropical”, que traspasó fronteras al estrenarse en la película “Hombres de Mar” del director Chano Urueta, nació en el puerto de Acapulco, allá por 1936.

Esta obra musical fue compuesta por el maestro originario de Guadalajara, Jalisco, Gonzalo Curiel Barba, durante su estancia en este destino de playa.

Aunque lo mantuvo en secreto y por ello, incluso, cantantes como Chavela Vargas, presumía que sabía donde estaba la famosa Vereda Tropical, que existe en la actualidad sólo que con grandes cambios por la era de la modernidad.

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Además, también circula una versión que nunca confirmó el cantautor tapatío, de que en realidad la fuente de la inspiración fue una hermosa morena, de ojos glaucos, de cintura de avispa y caderamen anforino, que fue la musa de esta composición.

Pero para entender mejor este episodio de la historia hay que conocer un poco más de la vida de este singular artista, que fue un músico mexicano y compositor de numerosas melodías, además de bandas sonoras de películas mexicanas.

Hijo del matrimonio de Juan Nepomuceno Curiel Guerrero y María de Jesús Barba Riestra, y tuvo dos hermanos: María Elisa y Juan Luis. Desde niño mostró inclinación por la música.

A los seis años aprendió a tocar el piano, y más adelante la guitarra y el violín.

En su ciudad natal cursó todos sus estudios, hasta el cuarto año de Medicina, carrera que estudiaba debido a que su padre le exigía un título profesional. Pero su gran vocación por la música se impuso, y en 1927 dejó la universidad para trasladarse a la Ciudad de México.

Ya instalado en la capital, trabajó como pianista en una casa de música, para la grabación de rollos de pianola, que eran muy populares por aquella época.

Y precisamente como pianista se inició profesionalmente en la música, tocando en la emisora de radio XEW. Llevaba dos meses de haber ingresado a esa radiodifusora, cuando el doctor y cantante Alfonso Ortiz Tirado, quien al día siguiente salía a una gira internacional, recibió la noticia de que su pianista estaba enfermo, por lo que le pidió a Gonzalo Curiel que lo sustituyera.

Esta gira le brindó a Gonzalo la oportunidad de dar a conocer su trabajo y talento, y le sirvió de plataforma para, más adelante, crear grupos musicales y convertirse en uno de los primeros artistas que trabajaron al frente de su propia orquesta.

La zona tradicional tuvo un papel importante en la composición del tema. / Foto: Abraham Martínez | El Sol de Acapulco

Según el cronista de la ciudad, Anituy Rebolledo Ayerdi, fue por esas fechas que visitó el puerto de Acapulco, en donde conoció a una bella mujer y se dejaba ver con ella, caminando por esa vereda que llegaba hasta la playa Manzanillo.

Es de hacerse notar que todavía no se construía la costera Miguel Alemán, por lo que se utilizaban caminos rústicos que rodeaban para poder llegar hasta la playa, cuando se trataba de un lugar de extraordinaria belleza y rodeado de huertas de cocos.

Pero los porteños empezaron a exigir a las autoridades que se abriera un camino que permitiera llegar hasta Caleta, porque solo se podía acceder por mar y finalmente la obra la ejecutaron militares al mando del general Rodolfo Sánchez Tapia.

Sobra decir, que en los trabajos participaron entusiastas jóvenes acapulqueños sin recibir salario alguno. Los recursos utilizados fueron producto de colectas populares y tenía como finalidad dar también la bienvenida al presidente de la República, Plutarco Elías Calles.

Es aquí cuando el artista Gonzalo Curiel se vuelve asiduo visitante de la vereda que lo inspiró, se trata del tajo al cerro de los Dragos, también conocido como La Pinzona, que permitió abrir un camino desde la Playa Tlacopanocha a Manzanillo, que iba pegado al mar y que era en algunos tramos una empinada vereda que iniciaba en el Barrio del Rincón

De ese punto trepaba zigzagueante hasta el Barrio de la Candelaria hasta llegar a un nicho con una cruz en su interior, siempre colmado de flores silvestres. El sendero bajaba hasta donde hoy se encuentra la gasolinera y de ahí accedía a la playa Manzanillo.

La vereda bajaba hasta llegar a la playa Manzanillo. /Foto: Abraham Martínez | El Sol de Acapulco.

El célebre compositor jalisciense conoció a esa bella joven morena, cuyo nombre jamás se supo, pero pocos utilizaban la vereda, en virtud de que ahí se asentaba el congal Gloria, donde vendían caro su amor La Niña Verde, Manos de Oro y Las Patas de Oso, por eso las familias decentes lo evitaban.

Cuentan que casi siempre se le veía a Gonzalo Curiel acompañado de esa hermosa dama con cuerpo de tentación, pero cierto día no llegó a la cita y tampoco lo hizo en los días subsiguientes, por lo que el autor de melodías como Caminos de Ayer, Incertidumbre y Temor, con un vació en el corazón le vino la inspiración.

Fue así como vio la luz este hermoso bolero, en el que parte de las estrofas de la canción en reclamo dice: ¿Por qué se fue? Tu la dejaste ir, Vereda Tropical hazla volver a mi, quiero besar su boca, otra vez junto al mar. Vereda Tropical.

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