Acapulco se consolidaba como destino turístico y florecía el oficio más antiguo del mundo en la llamada zona de tolerancia, donde el principal atractivo era admirar a bellas jovencitas con vestidos diminutos de pie a la espera de clientes, mientras escribía su propia historia el centro nocturno La Roca.
Quizá las nuevas generaciones no tengan ni idea de la existencia de este mítico lugar, que se encontraba entre la calle Aguas Blancas y Mal Paso, a pocos metros del corazón de la zona roja, que fue la tercera área en donde se permitía la venta del placer y del naciente espectáculo de mujeres desnudas.
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Transcurrían los años 70´s, cuando se inauguró un novedoso concepto de ofrecer música disco a otro tipo de clientes, que gustaban seguir la parranda después de la media noche y paralelamente fungir como sitio de encuentro entre atractivas mujeres y parroquianos que gustaban de la aventura.
El centro nocturno La Roca, desde su apertura fue todo un éxito y cada noche eran llenos totales, incluso, en ocasiones se reservaban el derecho de admisión, porque era tanta la clientela que no dudaban en darse el lujo de rechazarla, había quienes esperaban que se desocupara una mesa y no perderse la diversión.
¿Pero qué era lo que buscaban los clientes? Si bien es cierto, a pocos metros había todo tipo de congales en donde se podía disfrutar de música viva y de la compañía de bellas mujeres del “tacón dorado”, pero no se quedaban y se dirigían a La Roca.
Cabe recordar que estas damas que esperaban de pie a los clientes, no dejaban nada a la imaginación, se sentaban con los clientes y los “fichaban”, consumiendo los mejores vinos y licores, y si había química y un buen acuerdo económico, procedían a tener una sesión de amor desenfrenado apenas salían de los bares en cuartos que rentaban en el mismo lugar.
El taxista René Gutiérrez, con nostalgia recuerda que la Roca, se distinguió porque aquí se podía seguir la diversión cuando en otros bares o centros nocturnos cerraban, por esa razón acaparaba a los noctámbulos que iban en busca de nuevas aventuras o de conquista.
Porque en este espacio de diversión se podían hallar a todo tipo de mujeres, que no eran sexoservidoras, sino profesionistas, amas de casas, viudas, dejadas o casadas, pero también estudiantes que gustaban disfrutar la vida nocturna y encuentros ocasionales, es decir, hoy te vi y mañana ni me acuerdo de ti.
Por eso La Roca, era más punto de encuentro, aunque con el paso de los años fue perdiendo su esencia y empezó el declive, poco a poco se fue convirtiendo en sitio en donde llegaban mujeres de la vida galante y con esto puso fin a toda una era de este establecimiento, que se pensó que nunca iba a sucumbir.
Además, empezaron abrir otros negocios sobre la Costera Miguel Alemán, que ofrecían el mismo concepto de diversión, es decir, de ser sitios de encuentro, como “Playa Suave”, “El Nonos”, “El Face”, “El Tropicana”, “El Flamingos”, entre otros, que aprovecharon que empezó a languidecer la zona de tolerancia, para atraer a los clientes.
A esto hay que añadir, que también las autoridades permitieron que abrieran los “tabledance” y casas de citas, que le dieron la puntilla a la zona roja, la cual finalmente quedó en ruinas y se trasladó al centro de la ciudad, donde actualmente sigue funcionando, a pesar que se trata de un área degradada donde acuden parroquianos de bajo nivel adquisitivo.
Mientras que la Roca, finalmente no soportó la competencia, la ausencia de clientes obligó a los propietarios a que cerraran de manera definitiva en los 90´s, el paso de los años les cobro factura y hoy en día está en ruinas, aunque continúa en su fachada su mítico nombre que tanta fama le dio en el pasado.