Iniciada la sangrienta lucha por la independencia de los mexicanos, José María Morelos hubo de considerar muy bien las divisiones de tierras establecidas por la Corona a fin de desligar la parte que hoy corresponde al estado de Guerrero, parte de Michoacán y parte de Oaxaca, de los obispados de Michoacán, México, Puebla y Oaxaca Antequera, o de las Intendencias del mismo nombre, como primera estrategia militar. Es decir, crear un territorio donde no existieran divisiones políticas, estados o provincias de jurisdicción eclesiástica o española.
Se trataba de un territorio muy grande que Morelos conocía desde sus años de juventud cuando formaba parte de las caravanas de arrieros que desde Acapulco recorrían los valle y montañas del sur hasta llegar a Tepecoacuilco donde se reunía con otros arrieros. Se comerciaba también con perfumes, lacas, especias y otras mercancías del viejo Oriente; pero también con productos que llevaría de regreso a Manila el legendario galeón, como frutas y dulces de Valladolid o telas polícromas bordadas por los indígenas de Oaxaca. En una histórica reunión recogida por la pluma de don Moisés Ochoa, se dice que fue en la Navidad de 1798 en la bella y progresista ciudad de Tepecoacuilco en la casa de Valerio Trujano, próspero arriero, muy estimado por aquellos insurgentes en cierne, y quien acababa de llegar de un viaje a la ciudad de Virginia en los Estados Unidos, a donde llevó un cargamento de barras de oro y plata y donde pudo saludar al libertador de aquel país: George Washington. La deliciosa Cena de Navidad esperaba a los arrieros visitantes: “Morelos, que llegaba de Acapulco con su conocida recua de mulas pintas y su cargamento de pieles con destino a Michoacán; el joven Hermenegildo Galeana, con sus 27 años, llegaba desde la Hacienda del Zanjón acompañando a Julián Avila, a quien Galeana prestó su recua para que este llevara un cargamento de quesos de cincho a la ciudad de México; el más joven de todos, Vicente Guerrero, que comerciaba con cochinilla de Oaxaca para entregar a don Manuel Ocampo, conocido tepecoacuilquense; Ignacio Ayala, que transportaba aceitunas, vinos y aceite de oliva de origen español con destino a Acapulco, para ser llevados al Perú por las naves peruleras. Fraternal fue aquel encuentro de aquellos arrieros en la espaciosa casa de Valerio Trujano quien, a la luz de chinescos faroles, comunicó su emoción por haber estrechado la mano del Libertador Washington, en Virginia. Emoción que contagió a los comensales, de cuyo grupo, Morelos se levantó para expresar: Juro aprovechar la oportunidad más pequeña para luchar, como Washington, por la patria encadenada”.
Y esa actividad comercial, sostenida por recuas de mulas, permitió a Morelos conocer la cuenca del río Balsas y la Tierra Caliente en su totalidad; el río Balsas, la sierra Madre del Sur y la Costa Grande, se convirtieron en base fundamental para sus próximas estrategias de guerra. Estrategias que, al decir de Ernesto Lemoine Villicaña, “eran los elementos básicos de la geografía sureña del país que se ligaron y confundieron con los quehaceres militares y políticos de Morelos: una cordillera y un río; espina dorsal y arteria sanguínea que lo sustentaron durante un lustro, la montaña y el río, trajinados en todas direcciones durante aquellos años de trepidante actividad, constituyeron dos mudos testigos de los sucesos culminantes de su vida…”
Por ello, calmadamente pensado, bien medido y planeado, Morelos crea en 1811 la Provincia de Tecpan, con el propósito de contar con un punto de apoyo de la guerra que iniciaba; es decir, un territorio que le sirvió de base jurídica, económica y militar para el sostenimiento de la guerra y que años más tarde aterrizó finalmente en la erección del Estado de Guerrero. Ernesto Lemoine Villicaña dice que Morelos se mostró contundente en su actitud de “remover viejas organizaciones y sustituirlas por otras; a través de sus 2 extraordinarios bandos del 18 de abril de 1811, desde el pueblo de Tecpan. En el primero, de una plumada modifica la división política de las Intendencias, sustrayendo a la de México toda la porción meridional, con la que crea la Provincia de Tecpan; y al pueblo del mismo nombre, que declara capital de esta provincia, lo eleva a categoría de ciudad, con el nombre de Nuestra Señora de Guadalupe de Tecpan. Es tan lógica y racional dicha medida, que la existencia del actual estado de Guerrero se explica en función de ella. Pero, además, la provincia de Tecpan no es sólo una realidad geográfica; más que eso, es una realidad política. A su cabecera acudirán los habitantes del sur, reconociéndola por entero.”
Se trata de un territorio grande, cuyo trazo, demuestra el conocimiento que el Caudillo tenía sobre aspectos geográficos y tenía muy claro la afectación que originaba a las tierras comprendidas por la Corona española y por la Iglesia. Por lo militar, planeó conquistar las principales ciudades en manos de los españoles: Chilpancingo, Tixtla, Taxco, Chilapa y Acapulco; y tener un “lugar por donde escapar” en caso de una derrota de grandes proporciones: la Costa Grande, Zacatula y Michoacán. Por eso la importancia de escoger a Tecpan como centro de operaciones militares, capital de provincia, concentración de prisioneros, jefatura, ayuntamiento, “Caja Nacional” para el pago de monedas como “libranza segura” y sede de operaciones económicas (contratos, compras, ventas, vales, cobros y pagos, etc.) entre otros beneficios.
El perímetro trazado por Morelos alcanzó una distancia longitudinal de 1,015 kilómetros: “La línea boreal de este nuevo territorio (de 320 kilómetros) corre paralela a 4 leguas (una legua colonial era equivalente a 5,572 metros) del río Grande-Mezcala de Las Balsas, barrera natural muy importante en aquellos tiempos. La faja de aproche de unos 22 kilómetros, permitía percatarse a tiempo de las operaciones, acudir a los pasos y librar acciones retardatarias. En esta faja de protección quedaban incluidos Atenango del Río y el camino transversal que irradiaba de Tixtla y ligaba Cuetzala, Apaxtla, Arcelia, Tlalchapa. La línea oriental (180 kilómetros) señala una línea recta entre dos puntos distantes 150 kilómetros, apoyándose en altos y agrestes macizos de SSE al NNO, son Tepoxtepetl, Mecaltepetl, Ahuatomahuey, Hueycantenango y Hueytepetl. La línea de litoral tiene 380 kilómetros. La occidental (130 kilómetros), se apoya en el Río Grande de Tepalcatepec de Michoacán, para seguir luego el Río de Las Balsas hasta el mar.” (Atlas Geográfico e Histórico de Guerrero. Esperanza Figueroa de Contín. Fonapás. Chilpancingo, Gro. 1980.
\u0009En el decreto en que Morelos nombra a Tecpan capital de la Provincia, el territorio abarcaba una superficie aproximada de 45,000 kilómetros cuadrados). También menciona ocho poblados que Morelos conocía personalmente: Tecpan, Tixtla, Chilapa, Cutzamala (hoy de Pinzón), Tlacozauhtitlán (en donde trazó su plan del mismo nombre en relación al problema agrario de los indígenas) y Totolzintla (municipio Mártir de Cuilapan). Dos años después de creada la Provincia de Tecpan, amplía su superficie en 11,953 kilómetros cuadrados más. Después de su incursión en tierras oaxaqueñas, decide que “en el Acta de Elección del Diputado Representante de la Provincia de Tecpan al Supremo Congreso Nacional (José Joaquín de Herrera), levantada en Chilpancingo el 13 de septiembre de 1813”, quede establecida la ampliación de la Provincia, quedando incluidos Ometepec, Xamiltepec, Xuxtlahuaca y Tlapa. La nueva línea oriental se apoyó en los accidentes geográficos siguientes: Río Cohetzala el Grande de Puebla, Río Mixteco, Cerro Yucuyahua, Río Tolotepec y Río Verde hasta su desembocadura en el mar. Es así que la Provincia de Tecpan, en 1813, quedó ampliada a 56,868 kilómetros cuadrados, un 89 % de lo que abarca el hoy estado de Guerrero.
Documento N° 10.- de Ernesto Lemoine Villicaña en “Morelos, su vida revolucionaria… P 172. UNAM 1965: 1811, 18 de abril. José María Morelos erige la nueva “Provincia de Tecpan”, fundamento del actual Estado de Guerrero.
D. José María Morelos, General de los Ejércitos Americanos para la Conquista de las Provincias del Sur, con autoridad bastante para su reforma, división y repartimiento de tierras, etcétera. En uso de mis facultades y en reforma de la Provincia de Zacatula, he tenido a bien por decreto de este día, dictar las reglas siguientes:
1º. Primeramente, atendiendo al mérito del pueblo de Teypan [sic], que ha llevado el peso de la conquista de esta Provincia, su mayor vecindario, proporción geométrica para atender a los muchos puertos de mar, etcétera, he venido en erigirle por ciudad, dándole con esta fecha el nombre de la Ciudad de Nuestra Señora de Guadalupe, cuya instalación se hará en la primera junta, y sólo se previene ahora para gobierno de los pueblos y lugares de esta Provincia, que reconocerán por cabecera de ella a dicha ciudad, especialmente en la peculiaridad de la guarda de los puertos.
2º. Que los primeros movimientos de la náutica, no se ejecutarán en los puertos de su comprensión sin que primero se dé cuenta y reconozcan por las personas que se instalaren en dicha ciudad, quienes procederán con toda fidelidad, así en la construcción de fuertes y barcos, como en la inspección de toda embarcación, entrante o saliente, sus embarques y desembarques, de modo que nada se pueda determinar en los dichos puertos sin el expresado conocimiento, ni en la Corte del Reino, sin noticia de estas mismas personas, en quienes toca en dicha ciudad la curia de esta noticia.
3º. Que aunque todo el Reino es interesado a la defensa de estos puertos, pero con especialidad peculiar deben cuidarlos los pueblos comprendidos en esta Provincia, los que para mejor defensa de ella, debe ser su raya divisoria el río de Zacatula, que llaman de las Balsas por el oriente; y por el norte el mismo río arriba, comprendiendo los pueblos que están abordados al mismo río por el otro lado a distancia de cuatro leguas, entre los que se contará el de Cuzamala; y de aquí siguiendo para el oriente, a los pueblos de Totolizintla y Quautistotitlan, y de aquí para el sudoeste a línea recta por la Palisada (puertezuelo de mar que ha dado mucho quehacer en la presente conquista), quedando dentro Tixtla y Chilapa, y otros que hasta ahora hemos conquistado, todos los cuales reconocerán por centro de su Provincia y Capital a la expresada Ciudad de Nuestra Señora de Guadalupe, así en el gobierno político y económico, como en el democrático y aristocrático; y, por consiguiente, en los pueblos en donde hasta la publicación de este bando y en lo sucesivo no tuvieren juez que les administre justicia o quisieren apelar de ella a Superior Tribunal, lo harán ante el juez de conquista y sucesores, residentes en la expresada ciudad.
4º. Que por principio de leyes suaves que dictará nuestro Congreso Nacional, quitando las esclavitudes y distinción de calidades con los tributos, sólo se exigen por ahora para sostener las tropas, las rentas vencidas hasta la publicación de este bando, de las tierras de los pueblos, para entregar éstas a los naturales de ellos para su cultivo. Las alcabalas se cobrarán a razón del cuatro por ciento, y para proveer los estancos de tabaco, que también debe seguir, podrán sembrar esta planta por ahora todas las personas que quieran, haciéndolo con toda curiosidad, dando cuenta del número de matas que pueda cultivar cada individuo al tiempo de pedir la necesaria licencia al estanquero, a quien se le entregará el mazo de tabaco compuesto de cien hojas al precio de su calidad, esto es, el superior a cuatro reales mazo, el inferior a dos reales, y el medio al precio de tres reales, sin que pueda venderlo a otra persona, sino que precisamente lo han de entregar en los estancos con relación a lo sembrado y los estanqueros lo expenderán indiferentemente a razón de un peso libra.
5º. Que los administradores de tabacos y alcabalas, los obtengan y sirvan los individuos que antes las servían, siendo criollos, y las vacantes que servían los europeos las puedan pretender los ' vecinos beneméritos de los lugares, quienes ocurrirán al expresado juez de conquista de dicha ciudad con certificaciones del juez territorial, del párroco o del que la renuncie, en las que se expresarán las condiciones de su aptitud y hombría de bien; lo mismo se deberá entender de los fielatos y estancos subalternos.
6º. Que los habitantes actuales del Puerto, por su rebeldía y pertinacia, de seis meses que sin cesar nos han hecho guerra, salgan a poblar otros lugares, con pérdida de sus bienes, y la población del pueblo nombrada la Ciudad de Reyes, pierda por ahora este nombre, y en lo sucesivo se nombrará la Congregación de los Fieles, porque sólo la habitarán personas de nuestra satisfacción; y si los rebeldes que han quedado en ella, si a más de sus vicios y corrupción en costumbres se encontraren sin religión católica, se meterá el arado a dicha población, sobre la purificación de fuego que a las casas de los culpados hemos hecho. Y para que llegue a noticia de todos y ninguno alegue ignorancia, mando se publique por bando en esta cabecera y demás villas y lugares conquistados de esta Provincia, haciendas y congregacion[es], circulando por cordillera, quedando copia en cada lugar, y volviéndolo original a la cabecera principal. Dado en esta Ciudad de Nuestra Señora de Guadalupe, a los 18 días del mes de abril de 1811. José María Morelos, General del Sur. Por mandado de S.E., Joaquín Salinas, Secretario. (CONTINUARÁ).