La transitada avenida 5 de Mayo, guarda anécdotas históricas que forman parte del acervo cultural del puerto de Acapulco, que pocos conocen, la cual sufrió transformaciones a lo largo de los años y tuvo antes tres nombres: calle de San Juan, posteriormente Comercio y México.
Estos pasajes históricos se remontan a finales del año de 1667, los cronistas que han preservado la historia del viejo Acapulco, cuentan que cuando apenas era un pueblo dedicado al comercio, en el esplendor del Galeón de Manila, la calle 5 de Mayo era la más transitada.
Aunque, es de precisar que el primer nombre que recibió fue de San Juan, esto en honor a ese santo, al que veneraban con diversos eventos, pero el más espectacular tenía que ver con carreras de caballos parejeras, que consistían en que un grupo de osados cabalgantes, salían en estampida abrazados en parejas, sin soltarse.
En aquella época, era una costumbre que se reunieran mestizos, mulatos y negros, para mostrar sus destrezas sobre un corcel y competían en parejas, abrazados o hacidos de la mano, cubriendo una distancia de una milla, sin soltarse ni descomponer la figura sobre el brioso animal.
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Este espectáculo era único y lo repetían durante las fiestas de carnaval, el cual fue bien documentado por el trotamundos el italiano Gemelli Carreri, quien en su libro “Viaje por la Nueva España, 1700”, describe magistralmente estas hazañas, que por desgracia, ya no se practican.
Es de hacerse notar que este camino iniciaba a la altura de lo que era el mercado Zaragoza (plazoleta Escudero), su extensión comprendía hasta donde hoy están las 7 Esquinas, que también se le llamó así, porque terminaba en la confluencia de varias calles y callejones, que era, por cierto, los límites de la ciudad y comenzaban las grandes huertas de cocos.
Años más tarde, debido al auge del comercio, la calle dejó de llamarse de San Juan y se cambió por el de Comercio, debido a que esta actividad se incrementó y con ello la afluencia de vendedores, su mayoría arrieros, que venían procedentes de distintos puntos del país, con mercadería diversa, al igual que lo hacían de otros municipios del estado.
Con el cambio de autoridades, esta arteria volvió a modificar su nombre y se le puso: México, está última decisión se tomó, según se documenta, fue porque en ese punto había un desagüe conocido como La Zanja, en el que alguna vez estuvo el puente de fierro bautizado como “San Rafael”.
Evidentemente, esto no tiene nada de extraordinario, sino fuera porque, según el cronista Anituy Rebolledo Ayerdi, en este lugar, siendo exactos el 8 de febrero de 1811, el generalísimo José María Morelos y Pavón, luego del estallido de la guerra de Independencia de México, se entrevistó en Charo, el 20 de octubre de 1810, con el cura Miguel Hidalgo y Costilla, quien lo instruyó iniciar la insurrección en el sur, dirigiéndose hacía Acapulco.
En su primera batalla contra el ejército Realista, el generalísimo fue recibido por el estruendo de 46 cañones de la fortaleza de San Diego, que provocó bajas y la estampida de sus tropas, que dejaron sus puestos y en una acción casi suicida, el llamado Siervo de la Nación, se tendió, cuan largo era, sobre ese puente en un esfuerzo para contener la desbandada y que regresaran a la lucha.
Evidentemente ese puente ya no existe y fue demolido, cuando se inició la construcción de la costera Miguel Alemán, en 1947, que estuvo a cargo de la Junta Federal de Mejoras Materiales, que realizó los primeros cortes de roca para adecuar sobre un trazo definitivo la nueva vía carretera, que prevalece hasta la actualidad.
Cómo el comercio iba en auge, ahí se estableció el Mesón Fernández, por el visionario empresario Don Ignacio R. Fernández, quien recibía a los arrieros y mantenía en la parte posterior una enorme sembradío de zacate pará las mulas, lo que le representaba un jugoso negocio.
Es de resaltar que con el paso de los años, como suele suceder en estos casos, se le conoció como “Parazal Fernández”, fue de ahí que siendo el gobernador Rafael Catalán Calvo, en el periodo que comprende de 1941 a 1945, ordenó la construcción del tercer mercado central de Acapulco. Le puso por nombre El Parazal.
Por ese entonces, la calle recibe el nombre de 5 de Mayo, según se sabe, fue porque era punto inicial de los desfiles escolares conmemorativos de la Batalla de Puebla y la Independencia, por lo que el título le quedó al dedillo y llegaba hasta la plazoleta Zaragoza (Escudero) exactamente a la altura de la Casa Alzuyeta.
Fueron tiempos de bonanza y al igual que iba aumentando la poblaciòn, también surgieron nuevos negocios, convirtiéndose en la Arteria comercial por excelencia, pues se construyeron los cines Marlin, de don Efrén Villalvazo, el cual cerró a raíz de un incendio, y el Tropical, del señor Quiroga, el primero con techo corredizo, que sucumbieron con el tiempo.
Solo queda el recuerdo, en particular del zacatal que se encontraba en la parte posterior del Mesón Fernández, porque al atravesarlo se jugaban la vida, debido a que por una vereda que era conocida como el callejón Salsipuedes, era sumamente peligroso, por eso responda cabalmente a su nombre.
¿La razón? Bueno, había asaltantes que pacientemente esperaban escondidos a cualquier arriero fuereño y sin más, lo despachaban al otro mundo, por lo que quienes lograban llegar a la otra orilla, lo hacían recomendándose a todos los santos, idos y por haber, en ese viejo Acapulco, que escribió su historia a parte y que nada tiene que ver con la triste realidad actual.