En la época de la Revolución, las mujeres tuvieron una participación destacada como fuerza de apoyo en los combates y ataques armados, sin embargo, se les impedía aspirar a los grados de alto rango dentro del Ejército, pero la guerrerense Amelia Malaquías Robles Ávila, rompió con esa regla y fue también pionera de la comunidad LGBT que se ganó el grado de coronel.
Esta notable dama, nació el 3 de noviembre en el municipio de Xochipala, en aquel entonces municipio de Zumpango del Rio, en 1889, sus padres la llevaron a Chilpancingo, estudió hasta el cuarto año de primaria en el Colegio para Señoritas, Las Hijas de María Inmaculada de la Medalla Milagrosa, después se dedicó a desempeñar oficios reservados para los hombres y rechazó las labores propias de su sexo.
Además, su distintivo fue vestir como hombre y como tal, pidió ser tratada, declarando abiertamente ser lesviana, además, dominaba las armas y sabía montar a caballo, enfrentando las rigurosas pautas de comportamiento que reducían su vida y a las labores del hogar. Las mujeres que adoptaran cualquier conducta pública fuera de este código, sería determinante para su honor y el de toda su familia.
Dentro del gobierno conservador que encabezó el presidente de la República, Porfirio Díaz, la regla era estricta, la mujer debía ser educada con esmero en la modestia, ser amable y graciosa, no sólo ser virtuosa, sino siempre parecerlo. Su tarea era atender el hogar, cuidar de los hijos y guardar fidelidad al marido, estaba obligada a permanecer en la privacidad, fuera del mundo público que estaba reservado solo para los hombres.
Hacia el final del porfiriato, los intereses femeninos se diversificaron, mientras unas demandaban el derecho al voto, otras publicaban sus ideas políticas y propuestas de cambio en oposición al régimen, pero también hubo más osadas y se dieron de alta dentro de las filas de las fuerzas armadas, tal fue el caso de la guerrerense, Amalia Robles, quien lo hizo un 23 de septiembre de 1911, en el ejército del caudillo del sur, Emiliano Zapata.
Pronto destacó por su desempeño militar y le pusieron el apodo de: “La Guera Amalia”, aunque nunca lo aceptó y gracias a su bravura y arrojó, se ganó el respeto de sus compañeros de armas, al combatir las fuerzas del general Julián Blanco, en el Carrizalillo, al que obligó a retroceder y después derrotó al teniente coronel Fidel Pineda, en Tlacotepec, en 1913.
Al año siguiente, combatió a las tropas del capitán Benito Hernández, en la Hacienda Amula, el 11 de enero y en junio, lleva a sus soldados a tomar Huetamo, Estado de Michoacán, que era defendido por el coronel Ezequiel Peña, quien ordena la retirada, pero con bajas significativas en sus filas.
De acuerdo a documentos históricos, la guerrerense en 1915, con el grado de teniente, combatió al coronel Zenón Carrato, en el Salto Valadez y Mazatlán, al que derrotó el 15 de febrero. En el mes de octubre de ese mismo año se incorporó con sus hombres para tomar Santana, Estado de México, que tenía bajo su poder el general, Crisóforo Ocampo.
Amalia Robles, vestía siempre como hombre y con sombrero vaquero, su figura imponía y siguió cosechando triunfos en el Ejército Libertador del Sur, como el de El Tanque, municipio de Aldama, ahí repelió a los soldados que estaban bajo el mando del coronel Leovigildo Alvarez, dos días más tarde tomó la plaza de Apipicululco, que tenía en su poder el coronel Centeno.
De vuelta al territorio guerrerense, en Cutzamala de Pinzón venció al general Epigmenio Carbajal. En 1918, con el grado de mayor, demandó su indulto y el de los suyos, ante el general Fortunato Maycotte, jefe de Operaciones Militares en Guerrero. A cambio reconoce el régimen del primer jefe, Venustiano Carranza al igual que sus 315 hombres.
Su última batalla fue en Plan de Agua Prieta, pero después aceptó unirse a las Operaciones Militares de los Estados de Puebla y Tlaxcala, ya como coronel, sin embargo, para sorpresa de sus compañeros de armas, en 1923, pide su baja del Ejército y se retira a la vida civil bajo el nombre de coronel Amelio Robles.
Pero no fue por mucho tiempo, pues se produjo la sublevación delahuertista y se incorporó a las tropas del general Adrián Castrejón, en 1924. Esa fecha es recordada porque fue cuando enfrentó al general Marcial Cavazos, en Pozuelos, Hidalgo, ahí se topa con el comandante enemigo y le dispara con su arma hasta matarlo, pero la guardia del alto mando repele la agresión y es herida de gravedad.
Afortunadamente sobrevive, por lo que se retira a su pueblo natal Xochipala, para cultivar la tierra. En ese lugar conoció a Angela Torres, con quien une su vida y adopta a una niña de nombre Regula, en 1926.
Un pasaje histórico que protagonizó fue cuando el general Juan Almazán Andrew, se registró como candidato a la presidencia de la República por el Partido Revolucionario de Unificación Nacional (PRUN), apoyado por el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido Laborista Mexicano (PLM), y le toca competir en contra el candidato oficial el general Manuel Avila Camacho.
Es entonces cuando la coronela, Amalia Robles, abandona la tranquilidad de su hogar y se suma a la candidatura de su primer jefe militar oriundo de Olinalà, pero en 1940, día de las elecciones 150 partidarios del general Almazán son abatidos a tiros por una gavilla de pistoleros bajo las órdenes del general Gonzalo N. Santos.
Cuando se está a punto de nueva revuelta por el fraude, el propio general Andrew la disipa, sólo en Guerrero, Amalia Robles, se levanta en armas, al negarse aceptar la estafa y ver como ganador a Avila Camacho, pero después de unas semanas depone las armas, se cree que fue por órdenes del mismo general Juan Almazán, quien se exilia en los Estados Unidos.
La guerrerense regresa a su pueblo y es nombrada representante de los Bienes Comunales de Xochipala, cargo que ostenta hasta 1950, después se entrega a su hogar y murió el 9 de diciembre de 1984.
Como suele suceder, a la fecha nadie recuerda los capítulos que escribió esta guerrerense ejemplar en la Revolución y el aporte que hizo para ganar espacios para las mujeres del país, en una cultura machista, que hasta nuestros días prevalece.