Vecinos de la calle 11 de la colonia Icacos adoptaron a la perrita Kiara, que llegó después del huracán Otis y le han brindándole alimento, cuidado y cariños, el cuál ella les ha correspondido igual ofreciéndoles su compañía cada vez que salen a realizar una actividad fuera de casa.
Después del huracán Otis, muchos perritos y gatos deambulan por las calles al no saber dónde está su hogar o no encuentran el camino a casa y otros no son buscados por sus dueños.
Pero el caso de Kiara, esta pequeña perrita de ojos azules claros, que llegó a la calle 11 se encontró con buenos vecinos y al ver que no tenía dueño, le dieron un hogar y entre todos la alientan y le dan agua.
Kiara como una buena perrita agradecida y fiel, sabe quién le da de comer, agua y cariño y ella les responde brindando un poco de su compañía cuando salen de casa y los recibe por las tarde.
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Odilia Gonzaga Pineda, vecina de la colonia Icacos relató que Kiara llegó a otro día del huracán Otis, “amaneció aquí en la calle la perrita y de ahí ya no se fue, se ha quedado con los vecinos”.
A pesar de qué una vecina de la calle 11 adoptó a Kiara dándole un espacio adentro de su hogar, ella aprovecha que la puerta está abierta y se sale a recorrer las calles, “le gusta vagar”.
Incluso, la perrita Kiara como agradecimiento va a dejar todos los días a su madre adoptiva a la parada ,que está sobre la costera Miguel Alemán y afuera de lo que antes era la discoteca Alebrije, cuando sale de compras al centro.
Kiara espera que su nueva dueña que la adoptó se suba al camión y una vez que la perdió de vista, ella regresa a la calle 11 y se pone a jugar con los perritos del lugar.
Está pequeña perrita fiel y agradecida recorre al acompañar a su dueña cinco cuadras para regresar después a su casa donde fue adoptada.
“La perrita es cariñosa, ve a las personas que saben que le dan de comer y la sigue. Ella se va detrás y después regresa”.
Odilia, comentó que entre el vecino o la vecina le ofrecen su plato de croquetas y agua y cuando llega la dueña que la adoptó se mete a la casa y a otro día igual se vuelve a salir a vagar por las calles o acompañar a las personas a la parada.
“Ella se queda un buen rato en la parada de autobús y cuando le hablan para darle cariño también los acompaña”, relató la vecina Odila.