Construida con cal y sangre, sobre lo que antes fue un cementerio, la Iglesia de san Mateo Apostol en Chilpancingo se ha convertido en uno de los templos de mayor tradición de la capital del estado, en ella creció la feria de “San Mateo Navidad y Año Nuevo”, que hoy es la fiesta más antigua del país.
Don Ernesto Méndez Memije, quien hoy tiene 96 años, recordó que cuando tenía 9 años acudía a la escuela Lauro Aguirre que se encuentra justo a un costado de la Iglesia, al salir pasaban a jugar en la cancha de básquetbol que ahí existía y caminaban por lo que conocían como el panteón, porque había tumbas dispersas en ese lugar.
Entonces se iniciaba la construcción de las primera paredes del templo que fueron las 4 del área principal, “las paredes de hicieron con cal, sangre y piedras de Tepetate, puras piedras blancas que traían para que quedara bien reforzado, y fueron paredes muy anchas por eso los temblores pasan y las paredes no se caen”.
La sangre, relató, que la traían del rastro que se encontraba unas calles arriba, frente a lo que hoy son las instalaciones de la feria de Navidad y Año Nuevo, esa sangre la colectaban en cubetas de los animales que sacrificaban y se mezclaba con la cal, “porque así se pegaba más”, enfatizó en que la colocación de sangre no se trataba de ningún tipo de ritual u ofrenda, lo que se buscaba era simplemente que la mezcla fuera dura y resistente.
Lee también: San Marcos prepara su Quinto Festival del Caldo
El adulto mayor, explicó que para que los muros fueran resistentes se hicieron muy gruesos, de aproximadamente un metro, “Inicialmente se levantaron como de dos metros, luego se les dio más altura hasta alcanzar lo que actualmente tienen”.
Destacó que en los casi 90 años que tiene la construcción nunca ha sufrido ningún daño, lo único que se fracturó, con un sismo en agosto del 2013, fue la torre del lado oriente, misma que hasta el momento no ha sido reparada, únicamente se le colocaron polines de madera a todo alrededor para tratar de contener el daño.
La iglesia se construyó con el apoyo y cooperación de todos los feligreses, quienes organizaron rifas, corridas de toros, bailes, y muchas otras actividades para recaudar los recursos que se utilizaron.
“En mi caso yo me encargué de la organización de corridas de toros, fui a Tepecoacuilco, a Iguala, Teloloapan y otros lugares a ver a mis amigos para que me prestaran toros, el sacerdote en la misa ofreció los boletos y se junto mucha gente, salieron corridas muy bonitas y se juntó mucho dinero para seguir con la construcción”.
Don Ernesto no pudo recordar quién era entonces el sacerdote, “soy católico, pero nunca he puesto mucha atención a los sacerdotes”, sin embargo con mucho detalle recordó que en ese momento él manejó una cuadrilla de montadores que participaron en los jaripeos, y les exigía que no se dejaran caer, que se quedaran el mayor tiempo posible en el lomo de los toros de reparo.
AÑORANZAS DE CONVIVENCIA
El entrevistado expresó que en aquellos años había mucha empatía entre la población de San Mateo, las personas colaboraban para que el barrio estuviera bien, el jardín siempre estaba limpio y se respetaban, “hoy todo está lleno de basura de ya la gente no se saluda, no participan en las actividades y si lo hacen es porque quieren algo en su beneficio como los que organizaron la feria el año pasado a los que les descubrieron vendiendo los espacios d ellos puestos más caros de lo que se había acordado para quedarse el dinero”.
De los sacerdotes que pudo recordar sólo están algunos de los últimos años como Humberto Osorio Refino y Osvaldo Gómez Sandoval, que fueron dos de los padres que hicieron un buen trabajo en la parroquia.
Recordó que la fiesta de San Mateo se realizaba tradicionalmente el 21 de septiembre, en el jardín del barrio, pero pidieron retrasarla y ello dio origen a la Feria de San Mateo Navidad y Año Nuevo, luego la sacaron de este lugar y ahora está en terrenos del barrio de San Antonio.