Apenas con un cobertor, una mochila con ropa y su bicicleta, Miguel Angel Ramírez, llegó al puerto de Acapulco, huyendo de las difíciles condiciones que existen en su natal Morelia, Michoacán, pero dispuesto a sobrevivir del reciclaje.
Hace un breve alto a la altura del Asta Bandera y ahí se le pregunta sobre su aventura de viajar en su bici a este estado suriano, reveló que la compró en mil 200 pesos en el puerto de Mahahual, Quintana Roo, hasta donde llegó también en busca de un mejor bienestar de vida.
"Veinte días le pedalee de Quintana Roo a Morelia, llegue y le hice reparaciones que necesitaba, porque estaba en malas condiciones y una vez que quedó, no lo pensé y volví a la aventura, solo que en esta ocasión elegí a Guerrero".
"Fueron 12 días que recorrí las carreteras y haciendo altos para comer y dormir; logré llegar hace dos meses aproximadamente al puerto, me quedo a dormir en la playa, pero en el día me dedico a juntar plástico y todo lo que se pueda reciclar".
Admite que es poco lo que junta al día, pero no le apura mucho en estos momentos el dinero, a pesar que tiene un hijo de 7 años que dejó en Morelia, a quien extraña, dice, pero justifica que no es desobligado, solo que no le ha ido bien.
Miguel Angel Ramírez sin decir que no puede regresar debido a la violencia, solo atina a decir que lo que busca es un lugar distinto en donde poder vivir, sin precisar si su intención es quedarse a habitar en este destino de playa.
Confiesa que en su lugar de origen trabajó en un Centro de Reciclado de material industrial, pero desde hace año y dos meses decidió viajar, primero a bordo de camiones de pasajeros, llegó a Nogales, Sonora, después volvió a su tierra.
A partir de ese momento se ha dedicado a una vida de nómada, lo hace porque, insiste, busca mejores condiciones de vida, aunque extraña a su familia, pero también está consciente que no puede regresar en estos momentos y que va a seguir en este balneario del Pacifico, tratando de sobrevivir.
Finalmente, se retira dándole al pedal en busca de un lugar seguro sobre la franja de arena para poder pernoctar, pensando que mañana será otro día.