Erick es un bombero en segunda generación que sobrevivió al sofocar el incendio que hace más de dos décadas se registró en el hotel Calinda, donde tres de sus compañeros perdieron la vida asfixiados, dos bomberos y un paramédico.
Con más de 15 años en el Heróico Cuerpo de Bomberos, reconoce que aún no ha dejado de aprender en estos temas y que tras lo sucedido aquella fecha, sus familiares diariamente lo encomiendan a Dios.
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A los 18 años inició su sueño de ser parte del equipo que se tiene en Acapulco, donde todos tienen la misma misión abatir con éxito, las emergencias a las que son llamados.
Desde muy pequeño él acudía a la estación ubica en la avenida Farallón, acompañando a su padre Joel Hernández, quien tiene más de 35 años en esta labor llamada también “héroes sin capa”.
Los días de servicio son horas en las que se conjugan las emociones, por la adrenalina que surge cuando son llamados ante un siniestro, pues desconocen la magnitud y el riesgo que corren al atenderlos.
“No solo temo, por la vida de mi padre, y la mía sino también por la de mis compañeros porque todos estamos expuestos al mismo tiempo, a sufrir accidentes laborales como quemaduras, cortaduras, lesiones, golpes, muchas veces intoxicaciones”, narró.
Erick trabaja 24x48, trabaja un día y descansa dos, teniendo una hora de entrada pero no de salida, cuando esta en casa disfruta mucho estar con su familia y aprovecha para realizar tareas del hogar o de degustar sus platillos favoritos como un pescado frito o una carnita de puerco.
Él ha estado en impactantes incendios, como el del hotel Calinda, el de la Gran Plaza en el de la tienda departamental Fábricas de Francia, el del Mercado Central, palapas en la zona Diamante, entre cientos de siniestros más.
Para el tragahumo, uno de las cosa más satisfactorias al realizar su trabajo son las remuneraciones que recibe por ello, como una sonrisa, un gracias, un vaso de agua y algunos hasta una propina.
“Siempre es satisfactorio escuchar un gracias después de un servicio, una sonrisa, un agradecimiento, un vaso de agua por parte de la ciudadanía, y un saludo por los niños es gratificante, realmente eso es una gran recompensa que nos llevamos, cuando nos saludan y nos dicen yo también quiero ser bombero”.
Erick tiene 14 años casado con Giovana Ramos Reyes, con quien formó su familia con dos pequeños, una niña de 9 años y un bebé de 3 meses.
Consiente de que sus hijos estarán en algunos años en ese lugar, él sin duda los apoyará “todo es posible, si les gusta este ámbito esta profesión, adelante, aquí estaré yo, mientras siga teniendo fuerza y el corazón siga latiendo continuare sirviendo”.
Sin embargo, su esposa a pesar de que es un orgullo para ella saber que Erick es bombero, no opina lo mismo cuando a su corta edad su pequeña hija dice: “quiero ser bombero como mi papá, ya le dije que ya tengo una congoja como para tener dos”, narró la señora Giovana.
Cada vez que va a trabajar ella se queda preocupada en casa, pues en algunas ocasiones se han presentado incendios de alta magnitud.
“Yo lo encomiendo a Dios y la Virgen de Guadalupe todos los días, le digo ante de que se vaya que tiene que regresar que en casa los estamos esperando los tres”.