Casi destruida se encuentra la Casona de Juárez en Acapulco, donde el benemérito de las Américas pasó algún tiempo oculto antes de partir al municipio de Ayutla con Juan Álvarez para acabar con la dictadura de Santa Ana.
Esta se ubica cerca de la explanada del Zócalo porteño y de la también famosa Quebrada, fue en el año de 1854, cuando Benito Juárez llegó al puerto a través de una embarcación y pasó algunas noches ahí.
A simple vista se observa una construcción en ruinas hecha de abobe, madera, techo de tejas de arcilla, pintada sus paredes de blanco con rojo tabique.
La vivienda fue afectada por el pasado sismo del 7 de septiembre la cual sufrió daños severos en su fachada en donde el gobierno municipal no ha puesto ni una manita.
Lo anterior, obedece a que un día lo que fue un recinto cultural es propiedad privada y hace algunos años atrás fue puesta a la venta por una inmobiliaria de la Ciudad de México, con datos señalados en una lona.
Por si fuera poco, además de las deplorables condiciones en las que se encuentra la casa se suman bolsas de basura que vecinos concentran en ese sitio para su recolección, aunado a costales con escombros que impiden el libre tránsito de un peatón.
En su interior se observan símbolos hechos con aerosol, una colchoneta y envases de vidrio y aluminio de bebidas alcohólicas, así como parte de la techumbre derrumbada.
Al conmemorarse este día 21 de marzo, 217 años de su natalicio, autoridades de gobierno ignoran una parte muy importante de lo que fue la historia de México.
Cabe recordar que cuando Benito Juárez García vivió en Acapulco en el año 1854, el entonces gobernador de Guerrero Juan N. Álvarez encabezó “La Revolución de Ayutla”, un movimiento insurgente que buscaba quitar del poder a Antonio López de Santa Ana, que además se autoproclamó como “Su Alteza Serenísima”.
En esa época, se convirtió en el secretario de Juan N. Álvarez y participó directamente en el “Plan de Ayutla”, el documento que puso fin a la dictadura de Antonio López de Santa Ana.
Don Benito Juárez, mexicano universal, murió siendo Presidente de la República en Palacio Nacional de la Ciudad de México, el 18 de julio de 1872, quien fue reconocido como el padre del liberalismo mexicano y el gran impulsor de las Leyes de Reforma.
Hoy en día es recordado por una de sus frases célebres “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es La Paz”.