El conjunto turístico que mostramos aquí como Isla de Pájaros, comprende la laguna El Plan que forman la desembocadura de los ríos Atoyac y Tecpan, en el litoral del Pacífico y la playa que los lugareños conocen como “Michigan”; Este último, donde se encuentran varios restaurantes (enramadas) en los que se puede degustar la incomparable culinaria costeña y disfrutar del firmamento al acampar durante días, semanas, meses, como lo hacen extranjeros de Latinoamérica, Canadá y Europa.
A sólo 15 minutos de Tecpan de Galeana con rumbo a Zihuatanejo, está el crucero que conduce al poblado de Tenexpa, Guerrero. Y de ahí a pocos minutos de transitar por un sendero flanqueado por palmeras de coco y huertas de plátano, está un santuario natural donde se disputan el espacio el agua del estero, el verde exuberante de la floresta, el blanco de las garzas, el negro de los patos (“buzos”), el canto de los pájaros, el estruendo de los tumbos cercanos de la playa y hasta el estorboso pero bello lirio acuático. Es un lugar a donde llegan a acampar turistas de todo el mundo para estar en contacto con la naturaleza, que los lugareños llaman “Michigan”, pero cuyo nombre verdadero es “Isla de Pájaros”.
En su historial, los prestadores de servicios turísticos del lugar han recibido extranjeros, en su mayoría maestros de historia, arqueólogos, estudiantes de museos, pintores, escultores, intelectuales, artistas… De 1993 a 2006, llegaron alemanes, suizos, franceses, ingleses, belgas, con los que han convivido tan bien que se aprendieron sus nombres, como el de Oliver y Corina Hohn, de Francia, que han estado por temporadas; lo mismo Kauert, de Alemania; Keven Bring Uier, sobrino de Francois Mitterrand, (ex presidente francés); desde pequeño, el argentino Leonard Heiblum Radeash conoció el lugar junto con sus padres, entre otros visitantes extranjeros.
Facundo Zamora (Cundo), un diestro lanchero de Isla de Pájaros, con quien hicimos un recorrido de más de media hora por la laguna El Plan, —el estero de Tenexpa a partir del poblado La Vinata y el médano entre dicho estero y la mencionada playa—, nos habló de su convivencia con los extranjeros: “una vez vinieron unos franceses de vacaciones, se quedaron muchos días y se les acabó el dinero; buscaron en qué trabajar y juntar para el pasaje; les enseñé a pescar… con lo que la fueron pasando”: De otros que le dejaron gratos recuerdos, tomó los nombres para ponérselos a sus hijos: Iván y Elvis.
Al cabo de un kilómetro de viaje, en el que nos acompañó doña Patricia, una asidua visitante de Isla de Pájaros, (2002) llegamos a la parte del estuario donde el silencio se fragmentaba por el canto y el aletear de los pájaros, de las garzas, de los patos “buzos”; una reminiscencia del Paraíso Perdido. “Allí, en el manglar de Japútica, —irrumpe la voz de Cundo— pone sus nidos una garza morena colorada; hay lagartos y también perros de agua, de esos que les llaman nutrias; en Isla de Pájaros y por todo este rumbo llega a reproducirse el pato canadiense, de collar verde, se queda como siete meses; y también la paloma, que llega por septiembre y octubre; por estos rumbos no había chachalacas y ya empieza a haber, la gente no las mata, para que se reproduzcan…”
Y ya picado con su papel de “guía”, Cundo pasó de la narrativa de la observación científica a la de la leyenda: “un día, un tirador (cazador) que se metió al manglar de Japútica, por donde se dividen los brazos del estero, se encontró una canoa abandonada casi llena de monedas de oro. Se fijó por los alrededores a ver si había alguien y no encontró a nadie. Se acercó a la canoa y agarró un puño de monedas y empezó a llenar su tirinche, cuando oyó una voz que decía: o todo o nada. ¿Quién me habla? –preguntó en voz alta. Y le contestó el silencio. Como no podía llevarse todo, nomás llenó el morral, y cuando quiso salir del manglar, no encontró la salida. Después de dar muchas vueltas por los laberintos del manglar, desesperado, regresó a la canoa y vació las monedas de su tirinche, y fue así que pudo encontrar la salida…”
Nos despedimos de Cundo y de doña Patricia, quien seguramente contaría a sus familiares de México su cúmulo de experiencias, mientras que a nosotros nos seguía platicando sus vivencias en este paradisíaco lugar: “hay noches que sube la marea y tapiza la playa de plancton, dejando una alfombra luminosa de fosforescencias —nos decía extasiada—; en febrero, la salida y la puesta del sol se observan sobre el mar… entre el 5 y el 15 de mayo, durante esas diez noches se puede ver la Cruz del Sur, completamente vertical, hermosa, que algunos conocen como la Cruz de Mayo… Cuando abren la barra (para dejar salir el agua del estero hacia el mar) es como una gran fiesta, se pueden agarrar camarones con la mano, grandotes… Cuando está nublado y hay amenaza de lluvia y se ven los relámpagos y el mar está muy alto que a veces llega hasta la enramada, es cuando sale a desovar la tortuga. La otra noche salió una y una señora de las palapas quería matarla, entonces todos: turistas, niños, le decíamos que no la matara, que estaba prohibido, que estaban en extinción… y ella, que era para comer, para la familia… Y nosotros, que estaban en veda, que no la matara. Después de deliberar y de reflexionar, la dejó ir.”
Isla de Pájaros es hoy un destino de playa, de preservación ecológica, de convivencia con la naturaleza, con seguridad para acampar, con acceso carretero y a sólo 5 minutos de Tenexpa, municipio de Tecpan de Galeana, Guerrero, México; donde se pueden encontrar otros servicios, como médicos, comunicación telefónica, Internet y alojamiento… Por ello, estimado lector, los esperamos con su familia en estas vacaciones de julio. ¡Bienvenidos!
Pero el manglar de Japútica, que se extiende por toda la laguna El Plan, está amenazado. Como lo están todos los manglares de las zonas lacustres del litoral guerrerense, que sufren serias agresiones por el hombre, como es el caso de unos pequeños islotes denominados “Isla Montosa”, en la laguna de Coyuca, antaño cubiertos de ricos mantos manglares. No obstante la degradación de los manglares en Guerrero, aún es posible encontrar las especies “Rhizophora mangle” (mangle rojo) y “Conocarpus erectus” (mangle botoncillo). Éstas se distribuyen en los sitios siguientes:
A) Manglar Barra de Tecoanapa (desembocadura río Ometepec), que se despliega en una superficie de 9.66 kilómetros cuadrados (967 hectáreas) en parte de los municipios Marquelia, Juchitán y Cuajinicuilapa; se compone de mangle rojo, blanco, negro y botoncillo. Sufre deterioros por tala, incendios forestales, destrucción y fragmentación del hábitat, azolvamiento, contaminación por basura, aguas residuales, fertilizantes, plaguicidas, crecimiento acelerado de la población humana; fenómenos naturales como marea roja y El Niño; además, está amenazado por el desarrollo potencial urbano y turístico; represamiento en la parte media de la cuenca, deforestación, etc. Se considera importante este sitio debido a los beneficios que aporta, ya que constituye una de las áreas de manglar mejor conservadas de la Costa Chica de Guerrero.
B) Manglar de Boca de Pantla.- tiene una superficie de 0.74 kilómetros cuadrados (74 hectáreas) en los municipios de Zihuatanejo y La Unión. Aunque en la zona de manglar no existen asentamientos humanos, sí en el área de influencia, donde se encuentran establecidas cerca 5,963 personas, que generan cierta contaminación que afecta al medio. Los servicios ambientales del manglar es que de diciembre a marzo cobra gran importancia para aves migratorias. Existe presencia de especies endémicas o alguna categoría de protección, los tipos de mangle se encuentran protegidos por la norma oficial mexicana NOM-059-SEMARNAT-2001. Los impactos que lo amenazan son la tala y el azolvamiento; contaminación por residuos sólidos y aguas residuales, desarrollos turísticos y cambios de uso de suelo, entre otros.
C) Manglar Boca del Río de La Unión.- Se encuentra desplegado en una parte del municipio de La Unión y abarca 0.11 kilómetros cuadrados (11 hectáreas)… Es un hábitat para aves migratorias. Está amenazado por la tala y extracción de madera, dragado, desvío de canales, contaminación por residuos sólidos, aguas residuales, agroquímicos y desechos industriales, entre otros.
D) Manglar Chantecuán.- Se encuentra en el municipio de La Unión, con una superficie de 0.48 kilómetros cuadrados (48 hectáreas). Tiene las especies de mangle rojo, negro, blanco y botoncillo, bajo la protección de la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2001. Es un hábitat para diferentes especies de tortugas y aves migratorias. Está amenazado por tala, fragmentación del sitio, dragado, desecación de las partes altas de las cuencas; contaminación por residuos sólidos, aguas residuales, agroquímicos y desechos industriales, entre otros.
E) Manglar Coyuca-Mitla.- Abarca parte de los municipios Atoyac, Coyuca de B., Acapulco y Benito Juárez, con una superficie de 29.6 kilómetros cuadrados (2946 hectáreas); incluye la laguna El Plan, formada por la desembocadura de los ríos Atoyac y Tecpan. Su importancia biológica consiste en anidación de aves, hábitat para diferentes especies de mamíferos, reptiles, peces e invertebrados. Está amenazado por tala e incendios forestales, azolvamiento del manto acuífero, contaminación por agroquímicos y… falta de eficientes plantas de saneamiento de aguas residuales y desechos ganaderos.