El Machete Costeño | Por si te juegan los chaneques

Son los dueños del manglar y del estero de Playa Larga en Zihuatanejo y representan una preocupación para los lugareños

Ramón Sierra López | El Sol de Acapulco

  · lunes 24 de octubre de 2022

Quizás no vea chaneques, pero sí cocodrilos./ Foto: Cortesía Ramón Sierra

El estero de Playa Larga está ubicado en el ejido de Agua de Correa, en el municipio de José Azueta (Zihuatanejo), y tiene la particularidad de tener cocodrilos y dos tipos de mangle en abundancia. Sus orillas entretejen una red infranqueable de biodiversidad donde convergen el sonido del viento, el canto de aves y el verde de la floresta. En él se dan cita, imponiendo su belleza o su destreza, los cocodrilos, las garzas, los patos buzos, las culebras, las iguanas, ranas, armadillos, murciélagos, mapaches, tejones, tlacuaches, zorrillos, urracas,loros, pericos, chachalacas, huilotas, luises, pájaros carpinteros, zanates,ticuyos, tingüiliches, tindines, cangrejos, hormigas, arañas y… chaneques.

Estos últimos, son los dueños del manglar y del estero, y representan una preocupación para los lugareños, que han decidido unirse para establecer un proyecto de recorridos turísticos en trajineras, o cayucos, para el avistamiento de aves, de cocodrilos y de esa biodiversidad que ofrecen flora y fauna. Internarse en el manglar no fue tarea fácil; establecer rutas, senderos y señalamientos que cambiaban de lugar llevó mucho tiempo; hasta que decidieron“pedir permiso” a los “dueños”. Una noche, barajas, mezcal y decisión fueron necesarios para emborrachar a los chaneques y pedirles ese permiso. Hoy, el sueño se está haciendo realidad. Usted ya puede visitar —estimado lector— este hermoso lugar, también conocido como “La Chanequera” del estero de Playa Larga que se ubica a escasos minutos de Zihuatanejo y a pocos kilómetros de Agua de Correa, por un camino pavimentado que conduce a la playa. Quizás vea cocodrilo se infinidad de aves y disfrute de exquisitos platillos a base de pescados y mariscos, acompañados de un coco o de su bebida favorita, así como paseos a caballo por todo lo largo de la playa; pero tal vez no vea a los chaneques; pero eso sí, ellos lo estarán observando a través del manglar. Y digo que talvez no los vea porque son chaparritos, con aspecto de niños, que no pasan de un metro de estatura, ni verá las fosforescencias de su pelo (a menos que vaya de noche) con destellos rosa, azul o verde; otra de sus características es que les gusta hacer travesuras, esconder sus pertenencias, hacer maldades; y si escucha ruidos extraños en la floresta, a lo mejor son ellos, porque les da por divertirse entre sí jugando a la baraja, fumar, beber mezcal, cantar y bailar.

Bellas creaciones. / Foto: Abraham Martínez | El Sol de Acapulco

En toda la Costa Grande del Estado de Guerrero —y a lo mejor en otros lugares— a la mayoría de sus lugareños les ha ocurrido algo relacionado con los chaneques, por lo que ya es común hablar de las anécdotas con ellos, como a doña Toya Romero, de Tecpan de Galeana (e.p.d.), que iba al rancho de don Tomás Galeana a comprar jocoque y queso; una ocasión, después de pagarlos, le echaron un puño de tierra al jocoque y a los quesos, delante de ella; motivo por el cual mandaron llamar al Padre Juanito Nájera, de Tecpan, para que viera qué estaba pasando en el rancho, pues aparte de lo de doña Toya, sacaban al patio a una niña que tenían en la familia, no le hacían daño pero le destruían sus juguetes. Llegó el Padre y se puso a rezar. A los chaneques no les valieron los rezos, pues le echaron al Padre un puño de tierra en la cabeza…

Dibujo de un chaneque del estero de Playa Larga./ Foto: Cortesía Ramón Sierra

Si a usted, estimado visitante, le hicieran una travesura, no se alarme, pues al contrario de la crisis, para los chaneques sí hay remedios. Algunos señores del pueblo saben curar a los niños que los juegan los chaneques. Como doña Emelia Galeana Gómez, nieta de doña Felisa Mi dueño, que curaba de mal de ojo, chismes, viles (bilis), malviento…y de chaneques. Murió a los noventa y tres años. Pero no se preocupe, para el caso, dejó varias oraciones o conjuros para ellos. En nuestra entrevista, nos platicó de sus tiempos de curandera: “La última vez que curé fue de ojo —nos decía—. A los niños que les hacen ojo se les ponen fríos los pies, la cabeza caliente, frío en el cuerpo, a veces les pega diarrea… A los que jugaban los chaneques tenían esos síntomas y a veces se ponían aguados. Te voy a decir algunos zacates que usaba… ya no me acuerdo bien. Eran ajenjo, tarama, hojas de bejuco de niño,albahaca, tabaco… y para los chaneques también les rezaba. Te voy a decir una parte, luego te digo la otra; agarras un blanquillo y se lo tallas así, y vas diciendo:

"En el nombre del Padre,

del Hijo y del Espíritu Santo,

Sombra mía ven a mí,

Malos espíritus, fuera de mí.

Si el malviento te ha pegado

del capitán Asmodeo,

aquí te quito todo lo malo,

aquí te quito todo lo feo.

Si la sombras e te ha caído

por causa de muchos males,

aquí te la pongo, niño,

y te doy muchos raudales…”

“Y se rezan tres Credos y tres Padres Nuestro. Es más larga, pero ahorita no me acuerdo… Antes curaba, a mí me enseñó una señora de Atoyac. Curaba de todo,hasta de robo. Te voy a decir una oración para cuando uno pierde las cosas:

"San Antonio de Padua,

que en Padua naciste,

a predicar aprendiste,

el primer sermón que diste,

a tu padre iban a ahorcar;

fuiste y lo favoreciste

y en la vuelta que diste

tu santa deidad perdiste.

Un santo padre la halló,

estas tres voces te dio:

Antonio, Antonio, Antonio,

lo alejado se ha acercado,

lo olvidado se ha acordado

y lo perdido se ha hallado.”

Doña Emelia, postrada en su cama, a sus noventa y dos años le agarró la nostalgia y se dejó llevar por los recuerdos: “sembraba tabaco y también lo compraba, yo hacía puros en una tablita, para vender. Si yo soy antigua,hijo, ¡pos cuándo me das alcance…!”