/ miércoles 12 de octubre de 2022

El Machete Costeño | Nostalgias de la tinaja de agua

Tomado del libro “Así masca la iguana”

Muchos años después, frente al medidor de la toma de agua, los habitantes de Tecpan habrían de recordar las mañanas remotas en que acarreaban agua del río. Muy temprano, chicos y grades iniciaron la rutinaria tarea de llenar de agua la tinaja y la pila de sus casas. Iban alegres hombres y mujeres por un viaje, o dos, o tres con baldes, latas, ollas o bules por todos los caminos que bajaban al río: desde La Chorreada en la parte sur del pueblo, hasta La Lagunilla, en la parte norte. En un ir y venir de hombres y mujeres, la rutina se convertía en una romería interminable donde aún, en el equilibrio de una olla de barro llena de agua sobre la cabeza de una joven costeña, se encerraba una de las destrezas cotidianas de la magia pueblerina.

A finales de los cuarenta, ya se mencionaba el agua potable en los discursos de los candidatos a ocupar la presidencia municipal. Basilio (Bache) Valencia fue el más célebre, en virtud de que cuando en su oratoria ofreció potabilizar el agua, el pueblo no hizo caso de su discurso por estar viendo un globo aerostático de papel que en ese momento se elevaba por los aires; enojado porque no le hacían caso, exclamó “¡Pueblo globero, aquí tienes tu agua potable!” Haciendo una señal indecorosa con las manos.

Pero los lugareños no tienen prisa por el agua entubada, mientras su padre el río los siguiera obsequiando de su dulce y fresca agua, en aquel tiempo muy sin cuidado de la amenaza del cólera. Sin embargo, Tecpan ya estaba montado en el potro del progreso y su transformación. En un discurso dirigido al pueblo y al gobernador, de visita en Tecpan, don Crescencio Otero, suplicaba: “General Caballero Aburto, deseamos agua potable, porque con tristeza contemplamos cuántos seres queridos mueren cada año por las enfermedades de origen hídrico. Queremos el riego para nuestros campos, para que las tierras rindan mejores cosechas y se acabe el problema de la falta de maíz cada año; tenemos ríos que van al mar a descargar inútilmente sus aguas.

Le pedimos la instalacion de una red telefonica para toda la Costa Grande, para unirnos mas unos pueblos con otros. Tenemos también el urgente problema de la educación de nuestros hijos, queremos más escuelas para acabar con el analfabetismo; necesitamos tener una escuela secundaria ya que no tenemos ni siquiera una en toda la Costa Grande; porque cuando los niños terminan su primaria y sus padres son pobres e incapaces económicamente para enviarlos a estudiar a las ciudades del centro del estado, se hacen jóvenes y se echan a la vagancia ya los vicios...”

A de los sesenta, los periódicos informativos principios: “Tecpan de Galeana, Guerrero, octubre 10 de 1960.- Ayer como a las quince horas llegó a esta ciudad el primer camión que envió la Secretaría de Recursos Hidráulicos con doscientos tubos ocho de asbesto cemento , de cuatro metros de largo por cuatro pulgadas de diámetro, para la introducción del agua potable en esta

Pero aparte de la casi religiosa tarea de llenar la tinaja de agua para apaciguar la sed y el calor durante el día, mediante una delgada jícara de cáscara de cirián, se tuvo la oportunidad de convivir con los amigos, de platicar con la novia, aquellos que la tienen; o conseguir una, aquellos que no tienen. Mientras tanto, los periódicos continuaron con su labor informativa:

“Según se tiene conocimiento, durante el curso de la presente semana y las subsecuentes, seguirán llegando más camiones cargados de material y no es remoto que dentro de poco llegue también la brigada de ingenieros para dar principio a los trabajos.”

En el año 1960 llegó la primera parte del material para la introducción del agua potable. /Foto: Ramón Sierra | El Sol de Acapulco.

En la época de lluvias, o de crecientes, cuando el río bajaba lleno de lodo, de ramas y troncos de árboles, había que hacer un hoyo no muy lejos de la orilla, entre las piedras, a fin de poder obtener agua limpia, filtrada por la arenilla del subsuelo. Entonces se formaban largas filas alrededor de los pozos, esperando turno para llenar de agua clara los recipientes. Cuando el río se salía de su cauce por los torrenciales del tiempo de aguas, si no había lugar donde hacer los pozos, se “capeaba” agua de lluvia. Por las noches, entre el ruido que producía el aguacero sobre las tejas de las casas, se comentaban las noticias:

“Con este primer envío de material, quedó demostrado que la introducción del agua potable a esta ciudad, es una realidad; dado el interés y deseo del presidente de la República, licenciado don Adolfo López Mateos; del señor licenciado Donato Miranda Fonseca, Secretario de la presidencia; del señor Gobernador del Estado, general Raúl Caballero Aburto; y del señor presidente municipal de este lugar, Crescencio Otero Galeana, quien ha puesto todo su empeño, como puede verse en el expediente respectivo que se lleva en el H. Ayuntamiento para la realización de esta magnífica obra en bien del pueblo que gobierna. Todos los habitantes de esta ciudad se encuentran de lugar”.

Nadie sabe en qué momento salió de ir por agua al río; quizás fue cuando la gente se acostumbró al sabor a cloro del agua de la llave; o tal vez cuando la comodidad del baño bajo la regadera y el agua del filtro (milagros de la tecnología moderna de los años 50) acentuaron la flojera de ir por agua al río. No obstante, aún perdura el recuerdo de aquella tinaja de agua fresca, durante todo el día, sin la ayuda del refrigerador.

Muchos años después, frente al medidor de la toma de agua, los habitantes de Tecpan habrían de recordar las mañanas remotas en que acarreaban agua del río. Muy temprano, chicos y grades iniciaron la rutinaria tarea de llenar de agua la tinaja y la pila de sus casas. Iban alegres hombres y mujeres por un viaje, o dos, o tres con baldes, latas, ollas o bules por todos los caminos que bajaban al río: desde La Chorreada en la parte sur del pueblo, hasta La Lagunilla, en la parte norte. En un ir y venir de hombres y mujeres, la rutina se convertía en una romería interminable donde aún, en el equilibrio de una olla de barro llena de agua sobre la cabeza de una joven costeña, se encerraba una de las destrezas cotidianas de la magia pueblerina.

A finales de los cuarenta, ya se mencionaba el agua potable en los discursos de los candidatos a ocupar la presidencia municipal. Basilio (Bache) Valencia fue el más célebre, en virtud de que cuando en su oratoria ofreció potabilizar el agua, el pueblo no hizo caso de su discurso por estar viendo un globo aerostático de papel que en ese momento se elevaba por los aires; enojado porque no le hacían caso, exclamó “¡Pueblo globero, aquí tienes tu agua potable!” Haciendo una señal indecorosa con las manos.

Pero los lugareños no tienen prisa por el agua entubada, mientras su padre el río los siguiera obsequiando de su dulce y fresca agua, en aquel tiempo muy sin cuidado de la amenaza del cólera. Sin embargo, Tecpan ya estaba montado en el potro del progreso y su transformación. En un discurso dirigido al pueblo y al gobernador, de visita en Tecpan, don Crescencio Otero, suplicaba: “General Caballero Aburto, deseamos agua potable, porque con tristeza contemplamos cuántos seres queridos mueren cada año por las enfermedades de origen hídrico. Queremos el riego para nuestros campos, para que las tierras rindan mejores cosechas y se acabe el problema de la falta de maíz cada año; tenemos ríos que van al mar a descargar inútilmente sus aguas.

Le pedimos la instalacion de una red telefonica para toda la Costa Grande, para unirnos mas unos pueblos con otros. Tenemos también el urgente problema de la educación de nuestros hijos, queremos más escuelas para acabar con el analfabetismo; necesitamos tener una escuela secundaria ya que no tenemos ni siquiera una en toda la Costa Grande; porque cuando los niños terminan su primaria y sus padres son pobres e incapaces económicamente para enviarlos a estudiar a las ciudades del centro del estado, se hacen jóvenes y se echan a la vagancia ya los vicios...”

A de los sesenta, los periódicos informativos principios: “Tecpan de Galeana, Guerrero, octubre 10 de 1960.- Ayer como a las quince horas llegó a esta ciudad el primer camión que envió la Secretaría de Recursos Hidráulicos con doscientos tubos ocho de asbesto cemento , de cuatro metros de largo por cuatro pulgadas de diámetro, para la introducción del agua potable en esta

Pero aparte de la casi religiosa tarea de llenar la tinaja de agua para apaciguar la sed y el calor durante el día, mediante una delgada jícara de cáscara de cirián, se tuvo la oportunidad de convivir con los amigos, de platicar con la novia, aquellos que la tienen; o conseguir una, aquellos que no tienen. Mientras tanto, los periódicos continuaron con su labor informativa:

“Según se tiene conocimiento, durante el curso de la presente semana y las subsecuentes, seguirán llegando más camiones cargados de material y no es remoto que dentro de poco llegue también la brigada de ingenieros para dar principio a los trabajos.”

En el año 1960 llegó la primera parte del material para la introducción del agua potable. /Foto: Ramón Sierra | El Sol de Acapulco.

En la época de lluvias, o de crecientes, cuando el río bajaba lleno de lodo, de ramas y troncos de árboles, había que hacer un hoyo no muy lejos de la orilla, entre las piedras, a fin de poder obtener agua limpia, filtrada por la arenilla del subsuelo. Entonces se formaban largas filas alrededor de los pozos, esperando turno para llenar de agua clara los recipientes. Cuando el río se salía de su cauce por los torrenciales del tiempo de aguas, si no había lugar donde hacer los pozos, se “capeaba” agua de lluvia. Por las noches, entre el ruido que producía el aguacero sobre las tejas de las casas, se comentaban las noticias:

“Con este primer envío de material, quedó demostrado que la introducción del agua potable a esta ciudad, es una realidad; dado el interés y deseo del presidente de la República, licenciado don Adolfo López Mateos; del señor licenciado Donato Miranda Fonseca, Secretario de la presidencia; del señor Gobernador del Estado, general Raúl Caballero Aburto; y del señor presidente municipal de este lugar, Crescencio Otero Galeana, quien ha puesto todo su empeño, como puede verse en el expediente respectivo que se lleva en el H. Ayuntamiento para la realización de esta magnífica obra en bien del pueblo que gobierna. Todos los habitantes de esta ciudad se encuentran de lugar”.

Nadie sabe en qué momento salió de ir por agua al río; quizás fue cuando la gente se acostumbró al sabor a cloro del agua de la llave; o tal vez cuando la comodidad del baño bajo la regadera y el agua del filtro (milagros de la tecnología moderna de los años 50) acentuaron la flojera de ir por agua al río. No obstante, aún perdura el recuerdo de aquella tinaja de agua fresca, durante todo el día, sin la ayuda del refrigerador.

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