Los efectos de nuestro ritmo de vida se reflejan en el cambio climático, que a su vez repercute directamente en la Antártida; en los últimos 40 años, se aceleró la velocidad con del deshielo en la región, hasta un 280%.
Las recientes mediciones indican que el problema se basa en la fusión del hielo, ya que no es constante y cada año es incrementada. En un inicio el deshielo en la Antártida de 1979 a 1990 era de 40 gigatones por año (1 gigatón es equivalente a mil millones de toneladas) y del 2009 al 2017 alcanzó 252 gigatones por año, es decir, seis veces más que al principio.
Este alarmante deshielo es confirmado por estudios realizados por la Universidad de California en Irvine, tras analizar las masas de la capa de hielo durante los últimos cuarenta años a través de un satélite que registra de manera completa y precisa.
Este fenómeno se produce especialmente en aguas circunpolares (cálidas y saladas), provocando la fusión de manera acelerada del hielo de los glaciares, que sirven como separación con el océano.
Los especialistas señalaron que, otro factor que influye en el problema, es que las nevadas en la Antártida no han aumentado para contrarrestar la fusión del hielo y evitar que el nivel del mar crezca.
La solución del problema, hasta ahora, sigue estando en nuestras manos, de acuerdo a investigaciones reveladas por científicos, el cambio climático alcanzaría un punto de no retorno para el año 2035.
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