Mientras sus manos tiemblan intensamente por la edad que sumada a la enfermedad del Parkinson que padece a sus 90 años de edad le han diezmado su salud, don Pascual no desiste en su labor de tejedor, cruza los hilos en la vieja máquina de hilados y lentamente logra avanzar en la confección de figuras en el telar que, cuando esté terminado, será un hermoso gabán elaborado con hilo 100 porciento de lana; él es el único artesano del ramo que existe en el estado de Guerrero y de los muy pocos que sobreviven en el país.
El trabajo que aprendió como herencia de su padre, ha sido exportado a Estados Unidos, Canadá y a otras partes del mundo donde aprecian tener un bordado de lana completamente natural.
Pascual Garduño González, actualmente tiene 90 años de edad y desde los ocho años conoció el oficio de tejedor, mismo que heredó de su papá, un mexiquense que además de ser artesano de telares de lana, y aunque reconoce que el trabajo ya no es tan solicitado como en el pasado, asegura que no deja de trabajar porque siempre tiene pedidos, además de que lucha porque el oficio no se pierda.
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"He buscado un joven que quiera aprender, pero no hay, vinieron unas jóvenes que ya hacían morrales, pero sus padres no las dejaron seguir viniendo porque tenían que ir a la escuela", menciona.
A pesar de que existen telas sintéticas que se han introducido en el mercado, su trabajo sigue siendo demandado, porque lo que hace es de mayor calidad y tiene más beneficios para quienes las utilizan, "A diferencia de las telas sintéticas, la lana es suave y te arrulla, por eso quienes duermen y se cobijan en ella tienen descansos renovadores", indicó el tejedor, quien señaló que quienes usan de las nuevas telas sintéticas tendrán situaciones de frío y luego mucho calor, algo que no pasa con la lana.
Don Santiago, recordó que antes de que él naciera, su papa se convirtió en un una especie de maestro que se dedicó a fabricar máquinas para hilar y enseñar su uso especialmente en la zona de la sierra del estado, en el municipio de Tlacotepec, donde se asentó y allá nació él, con el paso de los años emigró a esta capital y en la década del 60 instaló su propia máquina para tejer la lana y desde entonces a eso se ha dedicado.
Recordó que, en sus inicios del trabajo, en esta región había muchos borregos y se obtenía la lana de manera natural, después se torcía para en una rueca fabricada con un rin de bicicleta y si había que teñir alguno de los hilos se hacía con materiales naturales como la cáscara de la nuez.
"Aquí ya no se consigue lana, entonces tengo que pedirla al estado de México y ya me la mandan torcida, en carretes, pero igual es 100 por ciento lana, no uso de otro material porque el trabajo se acorrienta y la particularidad es que siempre hemos fabricado cosas de alta calidad".
El hilador explicó que la propiedad de la lana es que si se hace bien apretado el tejido será hasta impermeable al agua, "si se moja no pasa a la piel de quien lo porta y sólo habrá que sacudirlo y queda casi seco".
En su juventud don Santiago elaboraba hasta tres prendas en un día, sin embargo, con el paso de los años y el contagio de Parkinson sus manos y pies se han vuelto lentos y se le dificulta coordinarlos en el manejo de la máquina de pedales, donde debe tener perfecta sincronía de manos y pies para poder entrelazar las fibras.
El telar de pedales es una máquina de aproximadamente dos por dos metros cuadrados, con una estructura de vigas de madera de la que cuelgan unas poleas y engranes fabricados también de madera para poder tensar los hilos, al centro piezas móviles que reaccionan a un mecanismo que se mueve con los pedales, para alzar o bajar parte de los hilos y así pasar por en medio de ellos.
La familia de Don Santiago es grande, procreó nueve hijos ocho de ellos mujeres, y un varón, tiene nietos, bisnietos y tataranietos, sin embargo, ninguno ha querido aprender el arte del hilado, "la máquina está vieja, muchos de los maderos tienen hasta 60 años, y se empiezan a picar, pero ya no quiero arreglarla porque después que yo no esté nadie la va a usar".
A don Santiago se le localiza en la calle Mártires del 30 de diciembre de la colonia Guerrero casi a esquina con el viejo libramiento a Tixtla.