Nadie se imagina la vida de don Bertín Ramos, quien lo observa es uno más de los ambulantes que invaden las Playas, pero después llega a su casa para atender a su esposa enferma.
Originario de Tlapa de Comonfort, región de la Montaña de Guerrero, cuenta que llegó a la ciudad hace ya 30 años en busca de un mejor bienestar de vida.
Se inició como vendedor de pescado, después le entró curiosidad y aprendió a pescar, etapa que vivió felizmente con su esposa y su hijo, hasta que decidió cambiar de aires.
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Fue cuando a su esposa se le ocurrió bordar la ropa y con gran habilidad trazó figuras silvestres en la tela, que las empezó a ofrecer a sus clientes.
Pero su cónyuge enfermó y ahora tiene que guardar cama, relató don Bertín Ramos, quien refirió que no obstante a su enfermedad, no ha dejado de tejer.
Solo que le es imposible poder atender la cocina o hacer otros quehaceres, por lo que se apura a vender en las playas y llega a su casa a cocinar.
Le doy de comer, hago el aseo y salgo a vender la ropa, que ofrezco en 80, cien o 150 pesos, según sea la prenda y con esto cubro los gastos de mi casa, dijo.
Y así, don Bertín Ramos, sigue su día a día, cuando cae el atardecer, se dirige a la casa que renta y atiende a su esposa, quien sigue bordando la ropa que se venderá al otro día.