Con sus manos callosas y su pelo cubierto de canas, don Agustín Gutiérrez, relató que en sus más de 45 años de pescador, capturó especímenes de cuatro extremidades y nunca supo de que pez se trató.
Este viejo lobo de mar, se le interrumpió brevemente su trabajo de reparación de su cayuco, quien a pesar de su aspecto serio, relató parte de sus vivencias que ha tenido en alta mar.
Lo que más me ha sorprendido son los tornados en alta mar, es maravilloso ver como se eleva una columna de agua y se funde con el cielo. De ahí no sé a donde va a parar tanta agua, dice mientras ilustra con sus manos la forma del fenómeno natural.
Dijo que inició su labor de pescador desde muy joven, con el paso del tiempo fue aprendiendo las artes de la pesca y fue ganando experiencia, hasta salir a 200 millas náuticas para pescar tiburón.
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También capturaba la curbina robalada y la totoaba, pero son especies que ya no hay, antes en la bahía se les atrapaba y eran cardúmenes, pero se les sobreexplotó y se terminaron.
Don Agustín alertó que la misma suerte está a punto de sufrir la chancla y el cocinero, porque no se respeta la veda y si no se cuida, podría pronto desaparecer de las costas del puerto de Acapulco.
Con nostalgia recuerda que hace 40 años entraban barcos japoneses a pescar atún, pero a la fecha estos cardúmenes ya no existen, se agotaron por la sobreexplotación.
La misma suerte corrió la tintorera, el tiburón peregrino y el pez peine, que antes lo mataban a cada rato, ya desapareció y no se ha visto ningún otro ejemplar en estos últimos años.
Por cierto, contó que pescando en la orilla de la bahía capturó una especie que tenía cuatro patas, era tan extraña que se comunicó con las autoridades para que la estudiarán, pero nunca lo tomaron en cuenta y este pasaje de su vida lo tiene como un buen recuerdo, dice a la vez que lo inunda la nostalgia a este viejo lobo de mar.