Ante la crisis que afectó a la industria de la construcción, don Javier cambió el picó y la pala, por el comercio informal y vende sus campechanas en las playas.
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Con la sonrisa a flor de piel, cubriéndose del inclemente sol con una gorra, exhibe su mercancia en una charola a turistas y residentes
Es marisco fresco que preparamos y lo vendemos en la playa. Estas son campechanas que lleva camarón, pulpo, caracol y lapa, acompañado por varios ingredientes que le dan sabor.
Reveló que antes se dedicaba a la albañilería, pero se terminaron las obras y tuvo que cambiar de giro para poder sostener a su familia.
Por cierto, don Javier dijo que es originario de Ensenada, pero sus padres lo trasladaron al puerto de Acapulco, aquí se casó y tiene tres hijas, a las que ha mantenido de la venta de campechana.
También confío que trabaja solo los fines de semana, que empieza desde el jueves al domingo, recorriendo desde la playa Papagayo a las Hamacas.
Aseguró que le ha ido bien en la venta de mariscos y exhortó a los turistas que lo busquen, con la confianza de que les venderá marisco fresco, todo del mar a su mesa.
