A lo lejos pareciera un soldado de la legión extranjera, pero de cerca es doña María vendiendo pulpa de tamarindo a los turistas y residentes.
Su centro de trabajo es la playa Papagayo, en donde diariamente se le ve caminar, protegiéndose de los candentes rayos del sol, con una gorra a la que le agrega un trapo que le cubre parte de la espalda.
También lleva una cubeta en la que contiene sus deliciosas pulpas de tamarindo, que asegura su elaboración es diferente y le da su propio sabor.
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Hace un alto momentáneo para separar un pedido, porque también distribuye su producto con otros vendedores que se encargan de revender en otras playas de la bahía.
En breve charla, doña María dice que viaja desde Coyuca de Benítez al puerto de Acapulco, para vender sus pulpas de tamarindo, en tres sabores, de chile, dulce y con sal natural.
Compró el tamarindo en los municipios de la Costa Grande, concentró el producto en mi casa en Coyuca de Benítez y ahí preparó toda mi mercancía, dice.
Asegura que tiene ya 25 años vendiendo la pulpa de tamarindo y de aquí ha mantenido su hogar, por lo que seguirá preparándola a su estilo como le gusta a sus clientes.
Terminada la charla, toma de nuevo su cubeta y desafiando los rayos del sol del mediodía, sigue la misma ruta en busca de nuevos clientes.