La depresión es uno de los factores de riesgo más relevantes que llevan a cometer acto de suicidio, así lo señaló la psicóloga Jhakerin Benítez, quien explicó que afecta de manera similar a hombres y mujeres, pero hoy en día se tiene como desenlace la muerte de la persona, de manera más frecuente cuando se trata de varones.
Alrededor del 95% de las personas que mueren por suicidio, sufren alguna enfermedad mental diagnosticable en el momento de su muerte, y el otro 5% lo hace por impulsividad, y según datos de la Organización Mundial de la Salud, existe un suicidio consumado cada 40 segundos, siendo una problemática de salud social que concierne a la sociedad en general.
Los mayores riesgos son el alcoholismo, la adicción a sustancias o por problemas familiares, así como psicosis, desesperanza, aislamiento, duelo, abuso personal o sexual, violencia, relación abusiva presente, o rechazo social, alertó la experta en la salud mental.
Haciendo referencia a los adolescentes, puntualizó que las principales causas del suicidio son: preocupación por abuso pasado, ruptura familiar o conflicto, padres vistos como hostiles o indiferentes o con expectativas muy altas o muy controladores.
Asimismo, también una ruptura amorosa, conducta antisocial y suicidio reciente de un amigo o familiar, transtornos por consumo de alcohol u otras sustancias, tener dificultades relacionada con su orientación sexual, bullying e intentos previos de suicidio o autolesiones.
Lea también: Confinamiento provocó sobrepeso en niños
Evitar el suicidio es un proceso complejo y puede ser un desafío para las habilidades del profesional clínico: aliviar la angustia o tensión, reducir la posibilidad de que el paciente se culpe o actúe impulsivamente y facilitar la adhesión al tratamiento.
Destacó que el primer objetivo, si se confirma la presencia de ideación suicida y cierto nivel de riesgo, se “debe asegurar la supervivencia del paciente y prevenir que tales pensamientos se materialicen en una conducta autolesiva o intento de suicidio. Esto implica reducir la posible impulsividad en la acción suicida, se debe mostrar empatía y comprensión”.
Insistió que el mensaje que se debe transmitir al paciente es “no estás solo, estoy totalmente comprometido en ayudarte a superar tu situación”, sin juzgar o criticar su manera de pensar o actuar.
La psicóloga Jhakerin Benítez expresó que los tratamientos no son costosos y el tiempo es variado y van dependiendo de la evaluación de cada paciente, ya que primero se crea el plan y se asegura que este quede completamente notificado por escrito y se contacta a los profesionales pertinentes si el riesgo es alto, y se realiza un listado de objetivos y técnicas apropiadas de tratamiento.
Agregó que a lo largo del tratamiento, se tiene que llevar a cabo una evaluación continua semanal de la idea suicida (aparición e intensidad de los pensamientos suicidas), planificación de las ideas, nivel de desesperanza.
Declaró que se tienen que facilitar el incremento en las estrategias de afrontamiento y creatividad en los adolescentes como capacitar a los estudiantes en la identificación de conductas de riesgo suicida, para que puedan detectarlas en ellos mismos o en personas cercanas a ellos, con la finalidad de que acudan a las autoridades correspondientes y/o profesionales de la salud para pedir ayuda.
“La familia, en muchos casos, puede ser de gran ayuda para evitar que el paciente permanezca solo en casa o las puertas queden cerradas, además, no solo pueden ayudarle a acompañarle a los servicios médicos y atender las posibles señales críticas, sino que mantener un contacto emocional cálido”, exhortó la especialista.
Cabe recordar que de acuerdo al INEGI en México durante el año 2020 el estado con mayor tasa de suicidio fue Chihuahua y el estado de Guerrero es menor, es la segunda causa de muerte en adolescentes de edades entre los 15 y 19 años.
De acuerdo con las cifras reveladas por el INEGI, de 1994 al 2021 se registraron 8 mil 447 suicidios en el país, destacando los estados de Yucatán y Coahuila con más defunciones.