La carga es pesada y el sol cae a plomo, pero doña Martha no se desanima y ofrece sus sillas tejidas hechas de madera a los turistas que abarrotan las playas en este fin de semana, aunque no le compran y sólo la ven pasar indiferentes.
Debido a su baja estatura, las sillas que carga literalmente cubren la mitad de su cuerpo, pero de buen ánimo se acerca a los grupos de paseantes y con su mejor sonrisa les muestra las sillas elaboradas con madera rústica y plástico.
Usando una gorra para evitar el llamado golpe de calor, esta emprendedora refiere que su mercancía la compró en la comunidad de Apalani, municipio de Acapulco, de donde la trasladó para revenderla a los turistas.
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En esta ocasión le tocó recorrer la playa de Caleta y Caletilla, que luce llena de bañistas, pero dice: “hay mucho turista, pero no compran, no hay venta”, momento que aprovecha para tomar un breve descanso.
Entre la mercancía que vende, hay sillas que tejen con palma con distintos colores, que las hace llamativas, en las que sobre sale el color amarillo, verde, rosa y rojo.
Dijo que cuando hay buenas ventas, llegan a comprarle entre 6 a diez sillas, de un total de 20 que compra a sus proveedores, quienes le dan precio para poder ganarle algo y poder sacar para su sustento.
Una vez que tomó aire, sigue caminando por la franja de arena, en busca de un cliente potencial, pero la situaciòn es la misma, los turistas que encuentra solo la ven con su pesada carga, pero como bien dice doña Martha, “no compran”.