Por más de 19 años Aurora Sotelo Mayani se ha desempeñado como educadora donde a través de su gran creatividad y paciencia crea videos y difíciles manualidades para enseñar a sus alumnos de una manera divertida.
Diariamente se enfrenta a retos sin embargo, los ha utilizado de manera positiva para avanzar en sus enseñanzas.
“El reto no sólo es plastilina uno, plastilina dos, son las bases sólidas para potencializar los demás aprendizajes vemos el primer contacto social con los demás niños, el primer desprendimiento del hogar en algunos casos de niños que no asisten a la guardería”.
Aurora a lo largo de su desempeño ha impartido la educación en tres centros escolares donde en cada uno se ha enfrentado a diferentes retos.
Ha estado en tres centros de nivel preescolar, dos en Coyuca de Benítez en donde en el primero estuvo dando sus servicios por seis años y fue unitaria; directora, profesora, conserje, ella hacía todo.
Actualmente es educadora del Jardín de Niños "Miguel Hidalgo y Costilla" en donde prevalece la carencia económica y problemas sociales como la desintegración familiar, otro reto más que enfrenta ya que “esas emociones que se fracturan en el hogar, las debemos fortalecer en el aula”.
No sólo es educadora, sino creadora de contenido a través de redes sociales con más de 115 mil seguidores de todo el mundo en donde deja intenta dejar “una semilla a los niños” con videos educativos de estimulación de lenguaje, motricidad gruesa (movimientos corporales) y fina (proceso de la escritura).
Por esa habilidad ella recibió la medalla nacional de reconocimiento a la práctica educativa a través de redes sociales por actividades implementadas por la pandemia otorgada por el UCICAM y de la SEP, así como un reconocimiento por parte de la SEG.
Consiente de que el salario cada vez alcanza menos con esta crisis económica que actualmente se vive, ella trata de pedir a los papás el material menos posible por la situación económica que ellos viven, ya que son bolilleros, vendedores ambulantes, entre otros oficios. Por ello, destina aproximadamente 500 pesos al mes de su salario para la compra de artículos que ayuden al conocimiento de sus pequeños.
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“Yo soy pepenadora, y con los padres recolectamos cartón, tapas, pep, para crear con la basura juguetes con energías que a través del aire, propulsión y la misma fuerza que origina uno sobre otro, las niñas y niños se divierten de esa manera y se crean emprendedores y científicos”, narró.
Aurora es madre de dos jóvenes de 18 y 15 años y ser educadora es llevar trabajo a casa y cuando ellos eran pequeños los entretenía con el material que ella estuviera realizando para sus alumnos, “los integraba, les decía: hoy clase de manualidades, hoy clase de otras cosas, yo les daba como tallersitos, para involucrarlos no despegárrmelos, convivir y avanzar con mi trabajo”.
Ama ser educadora, le apasiona, le gusta y no es pesado para ella, ademas de ser apoyada por su familia, su madre su mayor porrista, su esposo e hijos el soporte.
Para ella, otro de los retos a los que se enfrenta es el tema de la inclusión porque “no todos están capacitados para trabajar con niños que enfrentan barreras de aprendizaje, pero si en un contexto para canalizarlos a diferentes centros especiales”.
También trabaja en la inclusión ya que tiene en su aula dos niños con autismo y los incluye en el trabajo con sus compañeros “todos somos iguales y no hay diferencia”.
Así como todos esos retos se le suma el acoso laboral que sufrió en un principio de su labor así como el acoso sexual por algunos papás de alumnos, donde ambos no han pasado mayores y ha sabido manejar y utilizarlos para mejorar en ciertos puntos de su enseñanza.