Darle un "flamazo" al calzado es una peculiaridad que realiza el bolero Juan Felipe Aguilar, una técnica que aprendió en la ciudad de México hace cuatro décadas cuando en la capital del país fue chalán de lustrador de calzado, después regresó a Chilpancingo donde por más de 30 años ha realizado esta noble actividad en la plaza cívica Primer Congreso de Anáhuac.
Felipe Aguilar al que hace 30 años todos conocían como "El Machín", es originario de la comunidad de Xonacatlán perteneciente al municipio de Alcozauca, de donde migró a Chilpancingo cuando tenía apenas 12 años de edad, se empleó en una tienda de abarrotes donde aprendió el oficio de estibador, después llegó a la ciudad de México a desempeñar esa misma labor.
Una lamentable riña ocasionó que él fuera llevado al reclusorio y ahí le propinaron una cruel golpiza que le lesionó el vaso y hubo necesidad de operarlo y retirarle el órgano, "eso cambió mi situación porque no podía hacer trabajo pesado, y estibar requiere de mucha fuerza".
Fue entonces cuando se empleó de chalán de bolero y aprendió las técnicas para lustrar el calzado, luego vino el sismo de 1985 que destruyó gran parte de la capital del país, y ello lo obligó a regresar a Chilpancingo y entonces se puso a hacer lo que aprendió en México lustrar calzado.
"Yo traigo de allá una técnica de dar un flamazo que aquí nadie hace, porque se espantan de que los zapatos se prenden, pero no pasa nada y el efecto del calor deja la piel muy suave, y homogeniza el color".
Etapa de lucha social
El lustrador, recordó que cuando fue su primer periodo como presidente municipal de Héctor Astudillo, pretendió sacar a todos los boleros de la plaza, con la policía y gobernación los andaban corriendo, entonces tuvieron que organizarse y luchar para mantener el espacio.
"En esa época estaba aquí el poder judicial, el Congreso del Estado y el palacio de Gobierno, entonces conocíamos a muchos políticos que venían a bolearse y fue un diputado del PRD el que nos apoyó de manera importante".
El entonces diputado René Lobato, fue quien les apoyó con sillas metálicas, lonas y gorras con logotipos del PRD, luego entraron todos los boleros con pancartas al Congreso del Estado y lograron que se emitiera un llamado al presidente municipal para que atendiera la situación.
El alcalde argumentaba que había mucho desorden entre los boleros, que había pleitos por prestar el servicio, que faltaban el respeto a las mujeres y muchas anomalías más, entonces les exigió que para que pudieran seguir trabajando en la plaza tendría que haber organización, para ellos el propio ayuntamiento les donó sillas especiales, les dio uniformes y les designó espacios donde estarían colocados, "tuvimos que formar un comité y fui parte de la primer mesa directiva que logró mantenernos el espacio y alzar la voz contra el gobierno municipal".
Escasea el trabajo
Con el paso de los años las condiciones en que trabajan los boleros han cambiado, primero el tipo de calzado que usa la población ya no es el formal que se lustraba antes, hoy son más tenis que no requieren del bolero.
Además, los factores políticos también los han pasado a perjudicar, el Congreso se fue al sur de la ciudad y con él una enorme parte politicos, funcionarios y trabajadores administrativos de ese poder, después le siguió el palacio de gobierno, y allá se fueron miles de trabajadores y sus zapatos que se aseaban.
También el poder Judicial migró sus instalaciones al sur de la capital y dejaron sólo al ayuntamiento en la plaza Primer Congreso de Anáhuac, "hay poco trabajo, pero seguimos aquí porque hay necesidad de comer, tengo cuatro hijos que están estudiando y hay que apoyarlos".
La nostalgia
El bolero indicó que es mucha nostalgia pensar en el pasado, aquella época en la que había decenas de boleros y todos tenían trabajo, hoy apenas algunos sobreviven y con condiciones de poco ingreso, además de que la misma plaza ha cambiado, las personas importantes de la política que pasaban con sus secretarios y asistentes ya no están aquí.
"Nosotros no tenemos vacaciones, aquí estamos todos los días esperando que alguien venga a sentarse, y así seguiremos mientras que Dios nos lo permita, porque él me salvó cuando me golpearon y él es el que me mantiene aquí".