Con sus manos, Leydi rompe el silencio en el que nació

Hija de dos personas sordomudas, creció rodeada de muchas complicaciones y también de mucho amor que comparte en lenguaje de señas

Abel Miranda | El Sol de Acapulco

  · viernes 8 de septiembre de 2023

Leydi Jhoseline Alba Parra es un CODA, hijo oyente de padres sordos (CODA por las siglas en inglés Children Of Deaf Adults). /Foto: Abel Miranda | El Sol de Acapulco.

Leydi nació en una cuna rodeada de silencios y muchas complicaciones, pero sobre todo de mucho amor paternal, ella es hija de dos personas sordomudas, quienes a lo largo de su vida han logrado compensar la falta de comunicación verbal como mucho cariño, amor y a veces hasta sobreprotección.

La joven Leydi Jhoseline Alba Parra actualmente cuenta con 17 años y en su memoria no puede establecer cuando fue que empezó a utilizar el lenguaje de señas para comunicarse con sus progenitores, pues sabe que su primer palabra fue un jalón al pantalón de su padre o la falda de mamá para luego con su manita hacer señas hacia el interior de su boca abierta en señal de que tenía hambre, en respuesta sus padres prepararían algo para alimentarla.

De acuerdo con cifras oficiales, en Chilpancingo se tiene un registro de que habitan más de tres mil personas con sordera, aseguró el director de discapacidad del municipio de Chilpancingo, Juan Pablo López Madrigal, y en total de todas las discapacidades la cifra es superior a las 13 mil personas.

Consideró que el grupo de las personas sordomudas es un sector que tiene muchos problemas de discriminación, porque se complica su entendimiento y debido a que su discapacidad no es visible las personas les hablan pensando que los escuchan y no es así, además solo entre ellos se comunican bien porque entre el resto de la población no hay el menor interés de entenderlos y comunicarse con ellos.

En el caso de la joven Leydi ella es un CODA, hijo oyente de padres sordos (CODA por las siglas en inglés Children Of Deaf Adults) y aunque hace el exterior de su hogar parece que todo en su vida es normal, lo que ha sufrido desde su nacimiento hace que sus padres la consideren un ángel y un milagro de Dios.

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Cuenta que de sus abuelos fue muy poco el apoyo que dieron a sus padres cuando ella era niña, y el cuidado recayó siempre en sus padres que, aunque le dedicaron mucho tiempo, siempre existió la preocupación de que algo pudiera pasarle y no pudieran ayudarla, “por ejemplo cuando estaba enferma no les podía decir si me dolía el estómago o la cabeza”.

Pero para sus padres el problema no era menos difícil y cosas que para el resto de la población parecen fáciles y sin motivo de preocupación, para ellos podrían ser muy complicados, por ejemplo llevarla al doctor o para ponerle vacunas y muchas cosas en el día a día.

El jardín de niños "Club de Leones" se encuentra en la colonia Hogar Moderno, en el puerto de Acapulco. /Foto: Celso Castro | El Sol de Acapulco.

Desde los 4 años ella empezó a hablar con las manos y a los seis ya se comunicaba bien con sus padres, hasta el momento no ha tomado ningún curso, taller o instrucción sobre el lenguaje de señas pero lo maneja sin ningún problema; se ha convertido en el pilar de su familia porque ella es la intérprete que se comunica con las personas del exterior, le traduce a sus padres cualquier comunicación, les realiza los trámites administrativos y principalmente asegura que está destinada a retribuir el inmenso amor que ha recibido desde niña.

“Voy a la prepa y cuando llego a la escuela tengo que hacerle una videollamada a mi mamá para decirle que ya llegué, al receso me llama para preguntarme si comí bien y siempre está al pendiente, porque, aunque ya crecí, para ella sigo siendo la bebé que con muchos problemas cuidó”.

Indicó que en su vida ha sufrido muchas veces de discriminación e incluso burlas de sus compañeros en la secundaria, pero a ellos no les desea ningún mal, sólo siempre pedirá a Dios que les de entendimiento de lo que son las personas con discapacidad y a partir de ello cambien su actitud.

“Fue complicado cuando llamaron a mis padres a una reunión en la escuela y tuve que pedir que me permitieran estar para poder traducirles y que entendieran lo que se trataba en la reunión, porque en las escuelas no hay nadie que se preocupe por las personas con discapacidad”.

Desde los 4 años ella empezó a hablar con las manos y a los seis ya se comunicaba bien con sus padres. /Foto: Abel Miranda | El Sol de Acapulco.

Los sueños de Leydi

Leydi aprendió el lenguaje de señas por necesidad y por el diario convivir con sus progenitores, pero hoy este lenguaje es algo que le apasiona al grado que busca profesionalizarse en la materia, sueña con poder estudiar la Licenciatura en Inclusión Educativa y ser en el futuro un facilitador para personas que como ella viven el problema de tener el silencio a su alrededor.

Reconoce que su vida no ha sido fácil, porque la sociedad no está preparada para integrar a quienes son diferentes, a pesar de eso ha logrado sobreponerse a cualquier obstáculo y adversidad y lo seguirá haciendo siempre privilegiando el amor por sus padres, la unión familiar y la convivencia armónica con todos quienes la rodean.

El gobierno busca atenderlos

El director de Discapacidad del Ayuntamiento indicó que en el marco del Día Internacional del Sordo que es el 28 de septiembre, el municipio ha preparado algunas actividades tendientes a mejorar la atención a este sector de la población y empezarán con un proyecto de contratar instructores certificados en lenguaje de señas para que apoye a estas personas que les ayuden a mejorar sus capacidades de comunicación e incluso integre a más personas para poder entenderlos.

“Es un proyecto a largo plazo que buscamos iniciar este 28 de septiembre que viene a ser un parteaguas en la atención de este sector que ante su silencio nadie en el gobierno los había escuchado”.