El linaje de los elefantes y sus antepasados, como mamuts y mastodontes, fue empujado hacia la extinción por olas de cambios ambientales extremos, más que por la caza excesiva de los primeros humanos, indica una investigación que publica Nature Ecology & Evolution.
El estudio, en el que ha participado la Universidad de Alcalá (Madrid) señala que el fin de los últimos mamuts y mastodontes al término de la última Edad de Hielo fue resultado de un progresivo declive global impulsado por el clima durante millones de años.
Aunque hoy en día los elefantes se limitan a tres especies en peligro de extinción en África y Asia, son supervivientes de un grupo de herbívoros gigantes mucho más diverso y extendido en el pasado, conocido como proboscídeos.
La investigación con participación española, argentina, británica, alemana y finlandesa, pasa revista a 60 millones de años de evolución del linaje de los proboscídeos, que incluye los elefantes, mamuts, mastodontes, dinoterios y estegodontes.
"En el pasado llegó a haber más de 30 especies de estos gigantes viviendo a la vez en el planeta, y muchos ecosistemas eran tan productivos y ecológicamente complejos que no era raro encontrarse tres o más especies de proboscídeos conviviendo en el mismo paisaje", según Juan López Cantalapiedra, de la Universidad de Alcalá y autor principal de estudio.
Sin embargo, todo empezó a cambiar hace siete millones de años, cuando los ecosistemas de tipo sabana se extendieron de manera extraordinaria en todos los continentes, por lo que las especies más aptas para la vida en zonas boscosas y con dietas de frutos y brotes empezaron su declive.
Con ello, empezaron a aparecer nuevas especies capaces de alimentarse de materia vegetal menos nutritiva, como el pasto e incluso la madera, entre ellas los elefantes actuales, que rápidamente se multiplicaron y extendieron por todo el planeta.
"Se da la paradoja de que el número de especies sigue aumentando, pero al extinguirse las especies típicas de bosque se da una gran pérdida de la disparidad ecológica", explica Fernando Blanco, del Museo de Historia Natural de Berlín.
Hace unos tres millones de años las reglas del juego volvieron a cambiar con la llegada de las glaciaciones, lo que multiplicó por cinco la extinción en Eurasia y África.
"Pero lo peor estaba aún por llegar", destacan los investigadores, la desaparición de los proboscídeos se volvió aún más severa en Eurasia y América hace 160,000 y 75,000 años, respectivamente.
Algunas teorías sostienen que los primeros cazadores humanos masacraron a elefantes, mamuts y mastodontes prehistóricos hasta extinguirlos durante milenios.
Sin embargo, Cantalapiedra explica que en ese momento el Homo sapiens no se habían dispersado por esos continentes y que en África, donde habitaba hacía decenas de miles de años, no se ve esa extinción de los proboscídeos.
Los análisis muestran que las diferentes fases de extinción vinieron asociadas con el descenso y la rápida fluctuación de las temperaturas globales debido a los ciclos glaciales. "El impacto de nuestros antepasados muy probablemente contribuyó algo más tarde a las extinciones de las poquitas especies que sobrevivieron", dice Cantalapiedra.