Casi nadie sabe que a la mitad de la bahía del puerto de Acapulco, reposa en el lecho marino un barco fabricado en Italia y bautizado como "El Río de la Plata", en el cual, cuenta la leyenda, huían supuestos altos oficiales de la Alemania Nazi.
Según datos históricos que han trascendido fronteras, el barco de 130 metros de eslora y 45 de manga, era capitaneado por el argentino Julio Alonso Ball, llegó a San Francisco, Estados Unidos, contratado para sacar a tres oficiales nazis y llevarlos a algún punto de América del Sur.
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Corría el año 1944, el Río de la Plata zarpó de territorio estadounidense, donde lo abordaron —entre pasajeros y tripulantes— 286 personas, tres de ellos presuntos oficiales nazis que huían de la derrota de Alemania. Ya en alta mar, al capitán, le notificó el vigía sobre la presencia de barcos de guerra, hecho que lo orilló aumentar la velocidad para perderles el rastro.
Sin embargo, la situación se complicó al advertir que los también seguían un submarino. Sin más escalas, el Río de la Plata ingresó a aguas internacionales y al Pacífico Mexicano, para atracar en la bahía de Acapulco el 18 de agosto.
Bajaron pasajeros y tripulantes, para conocer al puerto. Sus perseguidores también arribaron a las costas de Guerrero y se percataron que estaban a una distancia relativamente cercana. Fue cuando alguien dio la voz de alarma que el cuarto de máquinas del barco se estaba incendiando, tan solo unas horas después que atracó y tuvo que remover a la mitad de la bahía, a fin de evitar daños tanto a las instalaciones portuarias como a la población.
Ya envuelto en llamas fue abandonado a la mitad de la bahía. Pronto se registraron varias explosiones y finalmente, el temido hundimiento, cuentan, que la nave fue desapareciendo lentamente de la superficie del mar, hasta que se fue un pique a 16 metros de profundidad.
De su tripulación no se sabe nada, pero presume que el hundimiento pudo ser provocado al no poder escapar de los barcos de guerra que los perseguían, todo esto quedará en el misterio, lo único cierto es que El Río de La Plata, yace entre algas y corales, pero también en un proceso de oxidación.
En el auge de este destino de playa, fue un atractivo turístico, tal y como lo aseguró el ex subsecretario de Turismo del estado, José Cedano Galera, quien verificó que se explotaba el turismo de buceo, que atraía a los visitantes a extranjeros y del interior del país.
Entre los instructores más famosos estaban Hilario Martínez "Perro Largo", Alfonso Arnold Miranda y el dueño de la escuela de buceo Mantarraya Agua Sports, ubicada en Caleta, quienes llevaban a los turistas a bucear para conocer el otrora orgullo de la marina Italiana como de laArgentina.
Al morir estas leyendas del buceo, la inmersión hizo un alto y se abandonó esta práctica del deporte acuático, por lo que el barco Río de La Plata, quedó en el olvido y se conoce que hoy sirve de arrecife, porque algunas guías de turistas lo mencionan de manera ocasional.
Pero actualmente pocos saben de los restos de barco, que duermen entre el agua turbia y que no permiten la visibilidad, guardando celosamente sus secretos, que están intactos a la mitad de la bahía más hermosa del mundo.
