/ viernes 14 de abril de 2023

Aquiles Serdán albergó a la segunda zona roja de Acapulco

La calle que fue sede del desfile triunfal de la Revolución en 1911, albergó al famoso "Foco rojo", antro donde se encontraba a mujeres de la vida galante

Quedan pocos acapulqueños que llegaron a frecuentar los cabaret´s que se localizaban en La calle Aquiles Serdán, que fue la primera zona de tolerancia a principios del siglo XX, en donde había desfile todos los días de “calenturientos” y de despertares temprano para visitar estos sitios que también el populacho los bautizó como “burros”.

Esta arteria que comunica con la avenida Cuauhtémoc y corta calle con Humboldt y Parián, para continuar hasta la Calzada de Pie de la Cuesta, en alguna ocasión fue sede del desfile del triunfo de la revolución aquel 2 de junio de 1911, que encabezó en la capital del país Francisco I. Madero.

Aquí, las fuerzas revolucionarias de más de dos mil hombres fue encabezada por el general Silvestre Mariscal, oriundo de Atoyac de Álvarez y antes de tomar las armas profesor de primaria, a su lado iba su estado mayor. Marchan en medio de un tapete de adornos con papel de china picado y con la banda de guerra, un poco atrás va la música de viento.

La columna humana avanza hacía el zócalo del puerto de Acapulco, en medio de aplausos y vivas, mientras que algunas mujeres les lanzan flores a su paso, seguidos por una turba de pequeños que se suman al desfile llevando palos de escoba al hombre emulando al personal de infantería a cargo del coronel Valeriano Vidales.

En aquel lugar existió el primer burdel conocido como “La Gloria”./ Foto: Martín Gómez | El Sol de Acapulco

En ese momento ni idea tenían que esta movilidad humana en los días posteriores sería cotidiana, pero no precisamente por cuestiones de trasladarse al primer cuadro de la ciudad, en realidad esto surgió porque en la esquina con Humboldt, se instalaron los primeros cabaret´s, después de que se desplazó a la “zonita” ubicada en el cerro de La Candelaria.

En aquel lugar existió el primer burdel conocido como “La Gloria”, en donde su principal atractivo eran las guapas jovencitas La Niña Verde, La Pata de Oso, La Manos de Oro y Estrellita, que era frecuentado por turistas extranjeros, políticos y todo aquel calenturiento que llevará billetes verdes.

Pero después nuevos negocios del pecado surgieron en Aquiles Serdán, en donde destacó el “Foco Rojo”, que por cierto, para ser identificado se colocó, sí, un foco rojo y que por la escasez de energía eléctrica parpadeaba, pero era suficiente para identificar que ahí podían encontrar a mujeres de la vida galante.

Las autoridades de aquella época no permitían letreros que identificaran los establecimientos dedicados al comercio del placer, por tanto eran inexistentes oficialmente, pero el lugar ganó fama y se convirtieron en predilectos por empleados del hotel Las Américas, pues acaparaban el lugar desde cantineros, garroteros y hasta bell boys, según señala el cronista de la ciudad Anituy Rebolledo Ayerdi.

También surgieron los cabaret´s Lemonpamás, nombre francés que en cristiano significa costeño, así como el Bar 50, en este último sitio por cierto, la rifaban Custodio, El Mariposon, el Pinto y Felipon, que sorprendieron a más de dos ocultando sus rasgos varoniles bajo una densa capa de maquillaje, vestidos y zapatillas con tremendos tacones de aguja.

Pero retomando el tema del Foco Rojo, se recuerda que quien movía los hilos del lugar fue Chucho “La Temblorina”, el apodo no era porque sufriera espasmos o por problemas de los nervios, todo lo contrario, la clientela lo bautizó así porque al caminar le temblaban sus enormes caderas.

Pobre aquel que le dijera joto (la palabra homesexual no se conocía en esos años), porque descargaba la furia de sus enormes uñas y su vasto lenguaje popular, pero también era apreciado porque era agradable a pesar de que se decoraba el rostro como lo hacía en sus mejores años la desaparecida actriz mexicana Irma Serrano.

La zona intolerante, sin embargo, sucumbió al ser alcanzada por la mancha urbana./ Foto: Martín Gómez | El Sol de Acapulco

Por cierto, la zona de tolerancia se ganó a pulso el nombre de zona de intolerancia, porque nada se toleraba, pues se aplicaba la dura ley del billete por parte de los cumplidos policías, inspectores y padrotes, los primeros no perdonaban ni una “miadita” y al que era sorprendido tenía que desembolsar parte de la quincena para no parar en el calabozo.

El Foco Rojo fue también pionero en contar con un catálogo que se promocionaba tener a las “señoritas más cachondas del trópico”, que era el gancho para atraer a la clientela, entre los que se dice estuvo el compositor huapanguero, Pedro Galindo, para quienes no saben de quién se trata, fue autor de canciones como La Malagueña y el Herradero.

Fue el llamado rey del falsete, Miguel Aceves Mejía quien internacionalizó La Malagueña, después la cantó Pedro Infante, entre muchos otros, quien en ese lupanar afirman que Pedro Galindo, compuso la canción Virgen de Medianoche, que saltó a la fama en la voz de Daniel Santos, pero también el autor la interpretaría en el hotel Las Américas.

La zona intolerante, sin embargo, sucumbió al ser alcanzada por la mancha urbana y se trasladó a la zona de tolerancia en Aguas Blancas, en donde se hicieron famosos los antros Rio Rita, Balajú y Bagda, atrás quedaron personajes como Florindo Flores, quien siempre negó que le gustara el arroz con popote, a pesar de que se envolvía en un caftán chino y usaba zapatillas con tacón de aguja, con cejas postizas y harto maquillaje.

Se defendía indignado ¡no soy joto, no lo soy y no lo soy!, sino que me desmienta mi marido…

Quedan pocos acapulqueños que llegaron a frecuentar los cabaret´s que se localizaban en La calle Aquiles Serdán, que fue la primera zona de tolerancia a principios del siglo XX, en donde había desfile todos los días de “calenturientos” y de despertares temprano para visitar estos sitios que también el populacho los bautizó como “burros”.

Esta arteria que comunica con la avenida Cuauhtémoc y corta calle con Humboldt y Parián, para continuar hasta la Calzada de Pie de la Cuesta, en alguna ocasión fue sede del desfile del triunfo de la revolución aquel 2 de junio de 1911, que encabezó en la capital del país Francisco I. Madero.

Aquí, las fuerzas revolucionarias de más de dos mil hombres fue encabezada por el general Silvestre Mariscal, oriundo de Atoyac de Álvarez y antes de tomar las armas profesor de primaria, a su lado iba su estado mayor. Marchan en medio de un tapete de adornos con papel de china picado y con la banda de guerra, un poco atrás va la música de viento.

La columna humana avanza hacía el zócalo del puerto de Acapulco, en medio de aplausos y vivas, mientras que algunas mujeres les lanzan flores a su paso, seguidos por una turba de pequeños que se suman al desfile llevando palos de escoba al hombre emulando al personal de infantería a cargo del coronel Valeriano Vidales.

En aquel lugar existió el primer burdel conocido como “La Gloria”./ Foto: Martín Gómez | El Sol de Acapulco

En ese momento ni idea tenían que esta movilidad humana en los días posteriores sería cotidiana, pero no precisamente por cuestiones de trasladarse al primer cuadro de la ciudad, en realidad esto surgió porque en la esquina con Humboldt, se instalaron los primeros cabaret´s, después de que se desplazó a la “zonita” ubicada en el cerro de La Candelaria.

En aquel lugar existió el primer burdel conocido como “La Gloria”, en donde su principal atractivo eran las guapas jovencitas La Niña Verde, La Pata de Oso, La Manos de Oro y Estrellita, que era frecuentado por turistas extranjeros, políticos y todo aquel calenturiento que llevará billetes verdes.

Pero después nuevos negocios del pecado surgieron en Aquiles Serdán, en donde destacó el “Foco Rojo”, que por cierto, para ser identificado se colocó, sí, un foco rojo y que por la escasez de energía eléctrica parpadeaba, pero era suficiente para identificar que ahí podían encontrar a mujeres de la vida galante.

Las autoridades de aquella época no permitían letreros que identificaran los establecimientos dedicados al comercio del placer, por tanto eran inexistentes oficialmente, pero el lugar ganó fama y se convirtieron en predilectos por empleados del hotel Las Américas, pues acaparaban el lugar desde cantineros, garroteros y hasta bell boys, según señala el cronista de la ciudad Anituy Rebolledo Ayerdi.

También surgieron los cabaret´s Lemonpamás, nombre francés que en cristiano significa costeño, así como el Bar 50, en este último sitio por cierto, la rifaban Custodio, El Mariposon, el Pinto y Felipon, que sorprendieron a más de dos ocultando sus rasgos varoniles bajo una densa capa de maquillaje, vestidos y zapatillas con tremendos tacones de aguja.

Pero retomando el tema del Foco Rojo, se recuerda que quien movía los hilos del lugar fue Chucho “La Temblorina”, el apodo no era porque sufriera espasmos o por problemas de los nervios, todo lo contrario, la clientela lo bautizó así porque al caminar le temblaban sus enormes caderas.

Pobre aquel que le dijera joto (la palabra homesexual no se conocía en esos años), porque descargaba la furia de sus enormes uñas y su vasto lenguaje popular, pero también era apreciado porque era agradable a pesar de que se decoraba el rostro como lo hacía en sus mejores años la desaparecida actriz mexicana Irma Serrano.

La zona intolerante, sin embargo, sucumbió al ser alcanzada por la mancha urbana./ Foto: Martín Gómez | El Sol de Acapulco

Por cierto, la zona de tolerancia se ganó a pulso el nombre de zona de intolerancia, porque nada se toleraba, pues se aplicaba la dura ley del billete por parte de los cumplidos policías, inspectores y padrotes, los primeros no perdonaban ni una “miadita” y al que era sorprendido tenía que desembolsar parte de la quincena para no parar en el calabozo.

El Foco Rojo fue también pionero en contar con un catálogo que se promocionaba tener a las “señoritas más cachondas del trópico”, que era el gancho para atraer a la clientela, entre los que se dice estuvo el compositor huapanguero, Pedro Galindo, para quienes no saben de quién se trata, fue autor de canciones como La Malagueña y el Herradero.

Fue el llamado rey del falsete, Miguel Aceves Mejía quien internacionalizó La Malagueña, después la cantó Pedro Infante, entre muchos otros, quien en ese lupanar afirman que Pedro Galindo, compuso la canción Virgen de Medianoche, que saltó a la fama en la voz de Daniel Santos, pero también el autor la interpretaría en el hotel Las Américas.

La zona intolerante, sin embargo, sucumbió al ser alcanzada por la mancha urbana y se trasladó a la zona de tolerancia en Aguas Blancas, en donde se hicieron famosos los antros Rio Rita, Balajú y Bagda, atrás quedaron personajes como Florindo Flores, quien siempre negó que le gustara el arroz con popote, a pesar de que se envolvía en un caftán chino y usaba zapatillas con tacón de aguja, con cejas postizas y harto maquillaje.

Se defendía indignado ¡no soy joto, no lo soy y no lo soy!, sino que me desmienta mi marido…

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